El curso Terapias ecuestres: aplicación a casos prácticos ha finalizado hoy en la casa palacio de Los Briones, sede del Centro Olavide en Carmona, con una jornada de prácticas con caballos para evidenciar la aplicación a pacientes de las terapias ecuestres. Así, se ha celebrado el taller práctico Primer contacto. Cuidados. Manejo del caballo (circuitos terapéuticos). Experiencias en la monta: transmisión del movimiento impartidos por Sandra de Soto Galván, directora ejecutiva de la Fundación para el Desarrollo de las Terapias Ecuestres. En dicho taller, los estudiantes han tenido la posibilidad de estar en contacto con dos caballos de la Fundación, Jardinero y Chiquinho, a los que han tenido la posibilidad de tocar, acariciar y prepararlos para su monta. Además, los alumnos/as que así lo han deseado han montado a los equinos y recibido instrucciones por parte de los monitores presentes de la manera adecuada de realizarlo.
A continuación, de Soto ha impartido otro taller: Sesiones de terapias ecuestres con pacientes. Para ello, se ha contado con la participación de Julio Fernández, un niño de 13 años con parálisis cerebral y que lleva desde los seis realizando terapias ecuestres. A este respecto, la directora de la Fundación ha asegurado que el caballo reúne una serie de características que lo hacen apto para este tipo de terapias. Principalmente, ha destacado la posibilidad que ofrece de montarlo, ya que el hecho de poder ir sobre él propicia la estimulación y rehabilitación del paciente.
El caballo es un animal gregario, sociable, generoso, adaptable y responde muy bien a un contacto físico con los humanos, modula muy bien las conductas, expresa muchas emociones y esto nos facilita mucho el trabajo a nivel psíquico y conductual con los chavales. También es fuerte, dinámico, ágil es decir, aglutina una serie de condiciones que posibilita poder tenerlo como un elemento terapéutico, sostiene. Sin embargo, necesita tener al lado unos profesionales que lo dirijan y sepan sacarle todo su potencial.
En la actualidad, las personas que están atendiendo para realizar terapias con el caballo son principalmente niños, y cada vez más bebés a partir del año y medio, con afectaciones graves incluso, con los que desarrollan programas de estimulación temprana. Con respecto a los menores en edad de escolarización, Sandra destaca que trabajan con niños con síndrome de Down, autistas, hiperactivos, parálisis cerebral, con espina bífida Pero también atienden a usuarios adultos con problemas o que provienen de centros ocupacionales, con los que realizan talleres de actividades prelaborales o de habilidades sociales, además de tareas de cuido, mantenimiento y monta del caballo.
Por último, Sandra ha destacado la importancia de los familiares para continuar desarrollando el trabajo comenzado en la terapia ecuestre en otros ámbitos propios del paciente, ya que en muchas ocasiones el tiempo dedicado a la hipoterapia resulta insuficiente para afianzar las habilidades, capacidades o aprendizajes. Así, el entorno familiar más cercano debe desarrollar una labor especial para que estos aprendizajes se generalicen en distintos contextos y permanezcan de forma estable en el tiempo.