Tras leer algunas de las respuestas a mi escrito La mano de Henry: reflexiones sobre la ética en el fútbol, y, sobre todo, tras tener noticia de unas nuevas declaraciones del jugador, he decidido publicar una segunda parte de las reflexiones, que debe adjuntarse a la primera y servirle de complemento y elemento de precisión.
El equipo arbitral, como habrán podido comprobar, no tiene apenas protagonismo en mi primer escrito. Esto se debe a que, a mi juicio, no es culpable de nada. Simplemente, pienso que factores aleatorios le habrán impedido observar la jugada con precisión, lo cual es algo contra lo que no se puede luchar. Todo aquel que ha arbitrado alguna vez (y toda persona con sentido común) sabe que, con el simple hecho de que algún futbolista se interponga en la trayectoria visual del árbitro (o cualquier otra de las miles de circunstancias que pueden darse en un partido), éste no puede ver la acción con nitidez, por lo que no puede tomar ninguna decisión.
Por lo que respecta a Henry, me muestro de acuerdo con Cascarino (ex-jugador irlandés) al afirmar que, si hubiese reconocido su golpeo con la mano en el terreno de juego y el gol hubiese sido anulado, se habría convertido en un ejemplo mundial de deportividad. No digo que eso sea fácil. De hecho, por eso he manifestado que la culpa es de todos los que formamos parte, de la manera que sea, del mundillo del fútbol. Entre todos hemos permitido esta cultura futbolística en la que todo vale para ganar; en la que hechos como el de Henry pueden contemplarse como posibles y hasta como normales. Ése es el auténtico problema: que nos parecen concebibles conductas que, en deporte (y en la vida en general), deberían ser inconcebibles. Ahora, entre todos, tenemos que cambiar esa cultura por otra en la que el respeto a los valores deportivos y morales estén por encima de todo. Debemos conseguir, aunque suene utópico, que los niños de hoy, cuando el día de mañana se les presenten en sus partidos situaciones como la comentada, vean como absolutamente implanteable engañar o insultar al rival o al árbitro. Por eso Henry y su mano, en el fondo, no son más que un motivo para la reflexión y el intento de cambio de todos. Ni mucho menos hay que demonizar a Henry en concreto, pues, insisto, el problema de fondo es que la suya no ha sido una conducta puntual, sino que en una sola jornada en el fútbol mundial podrían contarse miles de casos semejantes. Hay que ponerse a trabajar para acabar con esa antideportiva filosofía.
Todo eso como reflexión personal antes de conocer sus nuevas declaraciones, las cuales son un gesto loable por su parte, sobre todo cuando afirma que volver a jugar el partido sería "la solución más justa". No es fácil para un jugador profesional decir eso (precisamente no lo es por los intereses creados y esa opinión equivocada de muchos de que todo vale para ganar) , y me parece valiente y destacable. Evidentemente, su acción no es deportiva, y, como digo en el párrafo anterior, hemos de luchar para que los chavales del futuro crezcan con otros códigos de comportamiento. Pero no es menos cierto que en muchas más ocasiones se han visto jugadas así y los protagonistas no se han mostrado a favor de repetir los partidos. Además, añade Henry que se siente "avergonzado" por la forma en que su selección logró la victoria y "muy apenado" por Irlanda. Después de su error en el terreno de juego, ojalá estas declaraciones posteriores sirvan como foco de arranque de una gran lucha por recuperar los verdaderos valores deportivos, cosa que muchos deportes (muy especialmente, el fútbol) están pidiendo a gritos.
Sobre el empleo de la televisión para ayudar a los árbitros en sus decisiones (algo así como el ojo de halcón del tenis), no veo ninguna objeción. Todo lo que pueda colaborar en la difícil misión de arbitrar puede ser bien recibido. De todas formas, habría que potenciar siempre el respeto y la educación ante todo, pues en la inmensa mayoría de los partidos (todos los del fútbol base y no profesional) la disposición de medios audiovisuales es impensable.
Desde luego, como me ha dicho algún respetado lector, en el mundo hay problemas mucho más importantes que un gol con la mano. No llo dudo; pero también es cierto que un deporte ejemplar ayudaría en ese proceso de mejora de la sociedad. Al fin y al cabo, muchos jóvenes tienen pasión por el deporte y los deportistas, por lo que, si encuentran un buen ejemplo en ellos, eso repercutirá (y en gran medida) en su formación humana.