Mientras nos derretíamos de calor por la estepa toledana, yo aún saboreaba la acogida en la casa de Bachir, en Nembroca, un pueblecito al Sur, a quince kilómetros de la puerta de la Bisagra donde recomenzaríamos esta mañana la segunda fase de esta marcha por la libertad del pueblo saharahui. Durante las 15 noches anteriores hemos dormido en lugares muy variopintos : la casa de Geli en Jerez, dos o tres pabellones mas o menos dotados, diversas pensiones y hostales con distinta fortuna, algunos hogares rurales de amable recuerdo tanto por el entrono como el personal que nos atendió, albergues municipales, internados por estrenar pero la familia de Bachir y las amigas y amigos de Asociación Toledana de Amigos del Pueblo Saharaui nos ha dado la mayor de las sorpresas del camino preparándonos una autentica jaima en el patio de la casa de Bachir. Mea culpa, recuerdo el nombre de él y su conversación amable e intensa pero no he llegado a saber el nombre de las mujeres saharauis que seguro han aportado el noventa por ciento de ese trabajo de acogida, de ese cuscus nocturno que nos preparó para la caminata del día de hoy, Me dicen algunos amigos que es así, que las mujeres saharauis guardan en el hogar ese anonimato del que hoy me acuso por no poder hacer público mi gratitud publicando sus nombres. A mi la costumbre no me basta. Las mujeres saharauis son los pilares más firmas de esa resistencia ya mi me gustaría poder estar más cerca de ellas y de sus palabras.
Fue una tarde noche intensa la de ayer. El recibimiento fue cálido y la conversación de presentaciones apacible pero profunda. Hablamos de nuevo sobre el programa Vacaciones en Paz y su influencia - positiva y negativa - en la consolidación del avivamiento de solidaridad con el Sahara, nos confortamos ante el cansancio y el hastío, jugamos a buscar entre vaso y caso de té las razones de la desmovilización general que sufre la sociedad y a veces las palabras de Ana, de Adiolinda o de Soraya me confortaban. Poco a poco los dátiles y la leche de la bienvenida se confundió con los pinchos de pollo de la merienda y estos dieron paso a la cena un maravillosos cuscus que ya he alabado. Y luego, subrepticiamente, las mil conversaciones dieron paso a un desfile de caminantes buscando lugares donde dormir en un amontonamiento que a mi me recordaba mis tiempos familiares de dos habitaciones para 12 personas. Gente por todos lados. Colchones por el suelo y los pasillos. El sueño ocupando los lugares donde se comió o debatió unas horas antes. Acostumbrado al viscolatex se hacia incomoda la espuma pero la sensación de seguridad entre tanta buena gente se hacía confortable. Un sueño entrecortado y raro como lo son todos desde que la marcha le dio un plus de intensidad a mis días.
Y una inquietud. Nos llegan noticias de que algunos imanes de la zona, de gran población marroquí, mueven sus hilos contra la marcha y algunos amigos sienten comprometida nuestra seguridad al pasar por estos pueblos manchegos. Algunos planes quedan en el aire. Esta intimada desde las mezquitas defendiendo los postulados del sátrapa marroquí nos resulta esclarecedora. No defienden el derecho a la vida y a la libertad de los suyos ni aquí ni allí pero claman con la oración por el derecho de saqueo de Mohamed VI sobre el Sahara Occidental con la misma fuerza con la que hoy algunos defienden el derecho de pernada económica de los borbones contra los pueblos de la peninsula. No es nada nuevo,
Pero tras horas de inquietud y de un calor mas sofocante por días llegamos a Parla y las amigas de Madrid – Carolina, Sonia, y otras - nos hacen amable la estancia a base de risas, ensalada y pollo.
Noche de pabellón. Aún no está decidida la ruta de mañana. Madrid se huele desde aquí. ¿El Madrid de Ayuso seguirá siendo el Madrid del NO PASARÁN? ¿Atravesaremos el cinturón antaño rojo agobiados por piquetes de descapotables? Estamos a unas horas de saberlo.