El remero internacional del Club Náutico se entrena a conciencia pensando en los Juegos de Tokio, donde espera quitarse la espinita de Río.
A sus 25 años, es decir, en plena madurez deportiva, Jaime Canalejo (Sevilla, 25/11/1991) puede presumir de ser uno de los pesos pesados, en toda la extensión de la palabra, del remo nacional. Y eso que el deportista del Club Náutico Sevilla, cuyos colores defiende desde hace ya 18 temporadas, comenzó en la boga casi de rebote. Tras quedarse a las puertas del billete para los Juegos de Río y con una medalla de plata en la Copa del Mundo de 2015 como máximo logro a nivel internacional, en el que se codea con la élite desde hace ya una década, en su segundo año cadete, el próximo gran reto de envergadura de este hispalense de casi dos metros de altura no es otro que lograr el pasaporte olímpico para Tokio 2020.
-¿Cómo se inició en el remo?
-En el año 2000, cuando nuestra madre nos obligó a apuntarnos a un deporte para no estar todo el día metidos en casa. Buscamos en el periódico y yo me interesé por el piragüismo, ya que me sonaba de haberlo visto por la tele. Pero mi madre dijo que el remo era un deporte bonito, así que fuimos a probar y nos enganchó desde la primera palada que dimos.
-Y palada a palada, siempre con el sueño de unos Juegos Olímpicos en el horizonte.
-Sí. Es el sueño de cualquier deportista con aspiraciones. Es lo máximo y sacrificamos tanto todos los años de nuestra vida para algún día poder decir que somos remeros olímpicos.
-Lástima que pasara el tren de Río 2016 después de una temporada 2015 más que ilusionante.
-Fue el momento más duro de mi carrera, e incluso de mi vida. Llegábamos al Mundial después de haber hecho una temporada casi perfecta. Sólo nos quedaba estar entre los 12 primeros, teníamos buenas sensaciones, nos encontrábamos fuertes, ya habíamos pasado a semifinales, lo que significaba que con ganar a uno estábamos clasificados para los Juegos Olímpicos… Pero justo la regata que nos tenía que salir perfecta, no salió. Había muchísimo viento y se nos hizo difícil remar. Entramos las seis embarcaciones en dos segundos, por lo que fue una regata dificilísima, de muchísima presión psicológica, sobre todo. Después, en junio del año siguiente nos enteramos que en el bote de Rusia que quedó décimo en el Mundial, tres de sus cuatro participantes dieron positivo en los controles generales de dopaje, pero aun así la FISA no eliminó la embarcación, solamente a los remeros involucrados. Eso también fue un golpe muy duro para nosotros.
-Está claro que con la experiencia acumulada, Tokio 2020 es el objetivo, ¿no?
-Sin duda es lo que nos motiva día a día para seguir luchando después del palo tan duro que fue ese Mundial. Entrenamos todos los días seis horas con eso metido en la mente. Esperemos que en esa ocasión podamos resarcirnos y poder asistir a unos Juegos Olímpicos.
-Aunque mientras habrá que bogar un rato durante estos tres años.
-No queda otra que entrenar mejor que años anteriores para estar más arriba, y ya no sólo por conformarnos con ir, sino soñando con una final olímpica, y quién sabe si una medalla.
-Y junto a algo más que un compañero, Javier García.
-Llevamos muchos años remando juntos y siempre hemos remado en todas las regatas nacionales e internacionales juntos. Eso nos da un plus en regata, ya que sabemos perfectamente cómo se encuentra cada uno en cada parte de la regata y cómo vamos a reaccionar ante la presión. Sería bonito ir juntos a Tokio.
-Y siempre defendiendo los colores del Náutico, un referente nacional.
-El Náutico nos ha dado todo. Si no fuera por el Club, nosotros no estaríamos donde estamos. Desde pequeño nos ha facilitado todo. Ahora, qué mejor manera de devolvérselo que con resultados a nivel nacional e internacional y que el club siga siendo conocido como uno de los más importantes de España.
-Como lo es Jaime Canalejo en el Club para sus promesas.
-Siempre es un orgullo escuchar que niños alevines o infantiles se fijan en ti por tus resultados. Hace nada yo era como ellos y me fijaba en los mayores, y eso me crea nostalgia y me hace ver cómo pasa el tiempo de rápido. Dentro de unos años seguramente algunos de esos niños estén, con trabajo y sacrificio, donde estoy yo hoy día.
-¿Cómo animaría a practicar su deporte, un lujo por otra parte en nuestra ciudad y el Náutico?
-Es un deporte único, y más en Sevilla. Ir remando por debajo del puente de San Telmo o por el de Triana, al lado de la torre del oro… es algo que solo los sevillanos podemos decir. La sensación de ir navegando, notar cómo se desliza el bote debajo tuya es algo que cuando lo pruebas te engancha a cualquier edad. Conozco a muchísimos veteranos que han empezado de mayores y están encantados. Es algo que hay que vivirlo.