EVA
España-Francia, 2011 Director: Kike Maíllo. Guión: Sergi Belbel, Cristina Clemente, Martí Roca y Aintza Serra. Fotografía: Arnau Valls Colomer. Música: Evgueni y Sacha Galperine. Intérpretes: Daniel Brühl, Marta Etura, Claudia Vega, Alberto Ammann, Lluís Homar.
Estamos en un futuro no muy lejano y en un lugar no determinado, aunque podemos pensar en el norte de Europa, con paisajes nevados que acentúan la frialdad de una sociedad dominada por el avance de la robótica, hasta el punto de que no vemos un solo animal real en toda la película; las mascotas y los animales domésticos son muñecos-robot que simulan a la perfección el comportamiento de gatos, perros o caballos.
En cuanto a las réplicas de seres humanos, en ese futuro próximo han conseguido que los androides tengan un aspecto muy convincente, difíciles de distinguir de las personas reales. Entre otras utilidades, hay mayordomos que están programados para todas las tareas del hogar, con la ventaja de poseer en un disco duro infinidad de recetas culinarias o el conocimiento de decenas de idiomas.
El avance es tan notable que para los protagonistas de esta historia (diseñadores e ingenieros de máquinas inteligentes) el nuevo desafío de la robótica es crear a la perfección un software emocional, es decir, que los androides posean los mismos sentimientos que un ser humano, e incluso algo equivalente al alma.
En este entorno, entre el frío de los paisajes helados y el sueño de crear un cyborg perfecto, se mueven los protagonistas de esta historia: un ingeniero que regresa diez años después al lugar donde se inició como inventor, una antigua novia y compañera de trabajo, y un hermano que acabó casándose con este amor pasado. Son personajes que se reencuentran tras una dolorosa y tensa separación; ahora intentan recomponer los pedazos de aquella relación de la misma forma que ensamblan las piezas de una máquina, pero los mecanismos del ser humano son infinitamente más laberínticos que los circuitos de un robot.
Eva es de esas producciones españolas que no parece española, rodada con un presupuesto modesto para una cinta de ciencia-ficción (cuatro millones y medio de euros), y con efectos especiales que poco tienen que envidiar a las lujosas megaproducciones estadounidenses (en USA una película como esta costaría más de 30 o 40 millones). Supliendo las carencias económicas con talento e imaginación, el director Kike Maíllo consigue atraparnos con una película que indaga y reflexiona con inteligencia sobre algunas de las eternas cuestiones sobre el mundo de la robótica, planteando preguntas como ¿puede un robot llegar a tener emociones humanas?, o incluso ¿puede una persona sentir algo hacia un robot?.
La cinta está lejos de ser una obra redonda, y no logra emocionar en algunos momentos clave, pero la propuesta es estimulante y el interés apenas se pierde en todo el metraje. Eva es uno de esos títulos que, de vez en cuando, asoman en el cine español para dejar claro que nuestra cinematografía no tiene por qué tener ningún complejo.
Jaime Fuertes