Este sábado 25 de julio de 2009 hará exactamente diez años que 12 jóvenes aspirantes a cracks se proclamaron campeones del mundo junior tras superar a Argentina y Estados Unidos en una semifinal y una final espectaculares. Desde entonces, aquel equipo de Juniors de Oro ha escrito uno de los capítulos más brillantes de la historia del baloncesto español.
Hace diez años, el 25 de julio de 1999, aún no habíamos olvidado el subidón que nos había dado apenas tres semanas antes la medalla de plata en el Eurobasket de París cuando nos sentamos frente a la tele para empezar a conocer a un grupo de chavales que en sólo dos partidos nos conquistaron a todos. Y no sólo porque en aquellos dos partidos contra Argentina y contra Estados Unidos- se proclamaran campeones del mundo sino también, y probablemente sobre todo, porque aquellos 80 minutos nos bastaron para comprender que eran el principio de algo verdaderamente grande.
Fue en aquellas dos tardes de calor cuando muchos de nosotros descubrimos a los Juniors de Oro, aunque de casi todos ellos nos habían hablado maravillas sus propios entrenadores y teníamos sus nombres anotados en la memoria del futuro. Pero fue entonces cuando a algunos les pusimos cara; a otros, estilo; y a ninguno, límite.
La década que ha transcurrido desde entonces se nos ha hecho, baloncestísticamente hablando, muy corta; la hemos saboreado tanto, que nos ha pasado volando.
En apenas un año en los Juegos Olímpicos de Sydney- empezó su paulatino desembarco en la Selección absoluta, abierto por Juan Carlos y Raúl. En dos, uno de ellos Pau- había explotado tanto que incluso hizo trizas el draft de la NBA. Y reunidos de nuevo cuatro de ellos en el equipo de los mayores, empezaron a regalarnos un alegrón por verano: el bronce europeo del 2001 ya con Felipe, la espectacular victoria sobre Estados Unidos en 2002, incorporado Calderón; la plata en 2003, con Antonio Bueno; un extraordinario baloncesto en 2004, el oro de Japón en 2006 con Cabezas y Berni también; la plata en 2007 hasta la no menos histórica plata del 2008. Con ellos en escena, el baloncesto volvió a ser líder mediático verano sí verano también. Y entre verano y verano, nuestros jugadores protagonizaron drafts y sobresalían en la NBA hasta que hace apenas unas semanas, como cerrando un círculo, uno de aquellos Juniors de Oro ha regresado a España con el anillo de campeón en su mano.
Su generación, además, ha alumbrado a nuevos talentos como Rudy, Marc Gasol, Sergio Rodríguez y Ricky. Y el baloncesto español ha pasado a ser una referencia internacional. En la pista y fuera de ella.
Porque la grandeza de esta generación que es ya legendaria no reside únicamente en sus éxitos deportivos. Lo mejor es todo lo demás. Ya desde el primer día no sólo aportaron victorias sino también una renovada visión del baloncesto, al que devolvieron la frescura de la improvisación, la espectacularidad de lo sencillo y la magia del talento, en un tiempo (conviene no olvidarlo) en el que aún chispeaban las últimas brasas de aquel aborrecible basket control. Su Nuevo Baloncesto contribuyó a ir devolviendo aficionados a las gradas en la misma medida en que multiplicó las audiencias mediáticas. La última Gira Eñemanía, previa a los Juegos Olímpicos de Pekín, congregó a 50.000 aficionados, repartió casi 4.000 balones, más de 2.500 camisetas, 3.000 banderas y 15.000 posters. Un año antes, la final del Eurobasket 2007 contra Rusia se convirtió en el partido más visto por televisión en la historia de nuestro país: 5.372.000 telespectadores de media.
Cifras estelares, fuera de todo registro, que los Juniors de Oro han conseguido como todo- sin dejar de ser ellos mismos. En estos diez años han subido a casi todos los podios pero no se han instalado en ningún pedestal. Hasta el punto de que han trascendido su condición de deportistas admirables para convertirse en chicos ejemplares. Hasta en la selección de fútbol, vigente campeona de Europa, han reconocido que ellos, y con ellos todo el baloncesto, han sido su espejo. Valores como el trabajo en equipo, la amistad, la generosidad, el compromiso y la solidaridad se han impuesto como modelo en el deporte español, transmitidos por el carácter que han logrado imprimir a todas sus actuaciones, profesionales y personales, y reconocidos con el premio Príncipe de Asturias de los Deportes otorgado a la Selección en 2006. Porque en el transcurso de estos diez años, tampoco han faltado nunca sus sonrisas ni su disponibilidad para regalar unos minutos de atención a cuantos niños y niñas se han cruzado en su camino.
Pues sí, han pasado diez años y aquellos juniors se han hecho ya mayores. Pero afortunadamente sólo lo justo. De modo que para todos nosotros seguirán siendo siempre el grupo de chavales que el 25 de julio de 1999 en Lisboa nos hicieron soñar y que desde entonces nos han obsequiado con una década verdaderamente prodigiosa.
Más información en feb.es