
Kanouté y Luis Fabiano pusieron los goles que hacían falta en unos primeros 45 minutos de categoría en los que el Sevilla se comió al Lille. En la reanudación los franceses apretaron y la grada de Nervión se sumó al buen hacer defensivo de los de Juande.
Como el 3 de noviembre de 1982. Como el 24 de febrero de 2005. El Sánchez- Pizjuán vivió esta noche otra remontada histórica. Ya van 25 partidos en Europa sin conocer la derrota en el feudo hispalense. Esta victoria sabe a gloria, más que otras. Por fin, tras muchos intentos fallidos, el Sevilla deja atrás la maldita barrera de octavos de final. Los nervionenses lo hicieron con una primera parte para enmarcar, en la que literalmente barrieron a un Lille que pagó cara la expulsión de Bodmer en el minuto 26 por darle un claro manotazo a Javi Navarro. Con buen fútbol, sacrificio, muchísimo coraje y definición arriba el Sevilla encarriló el choque en los primeros cuarenta y cinco minutos merced a los goles de Kanouté y Luis Fabiano. En la segunda parte tocó sufrir. Se supo aguantar gracias al apoyo incondicional de una afición que llevó en volandas al equipo. Esta vez sí, el sevillismo salió con una sonrisa de oreja a oreja del campo, conscientes de que entre todos se ha hecho historia.
Juande Ramos se puso en la previa el listón en todo lo alto. No dudó en afirmar que el Sevilla tenía una necesidad histórica de pasar a la siguiente ronda y dar una alegría a la afición. Posiblemente era el partido más importante de toda la temporada. El manchego sacó el once de gala. La única duda estaba en quien iba a acompañar a Kanouté en punta. El honor fue para Luis Fabiano. Empezó a rodar la pelota con una afición volcada y un Sevilla con ganas de comerse al rival. Se percibía una motivación especial en los locales, que desde el principio acechaban las inmediaciones de Sylva.
Tras unos minutos iniciales locos, el Sevilla se hizo con el encuentro. Las primeras ocasiones empezaron a llegar. Luis Fabiano en el minuto 11 conectó un cabezazo demasiado inocente dentro del área que un defensa galo sacó bajo palos. Dos minutos después apareció el genio. Se llama Frederique y se apellida Kanouté. Día a día demuestra porque es un fijo en los onces titulares y porque Juande quiso traerle sí o sí el pasado verano, a pesar de que en España fuera un auténtico desconocido. El malí se sacó en la media luna una volea imparable que hizo temblar el larguero.
La afición seguía empujando a los suyos creando un ambiente realmente infernal para los visitantes. Adriano estaba como una moto. El brasileño recuperaba balones abajo, subía como una bala Estaba haciendo un partido completísimo, presionando en todo momento. En una de esas jugadas de coraje, el interior zurdo a punto estuvo de armarla, consiguiendo quitarle la pelota a Sylva en un balón dividido y ponerla en el área, donde el remate de Luis Fabiano se estampó en las piernas del meta galo, que supo rectificar. Paralelamente llegó la expulsión de Bodmer. El colegiado no se lo pensó un momento ante la acción de Bodmer y señaló roja directa al jugador más creativo de los franceses.
Ese fue el punto de declive de los hombres de Claude Puel. A partir de ahí todo fue sobre ruedas. Tres minutos más tardes Kanouté logró magistralmente el primero. La jugada la inició en la derecha Daniel, que la abrió para Navas. Daniel le dobló y Navas se la devolvió cuando estaba sólo en el vértice diestro del área. Allí el brasileño dio fe una vez más de su visión de juego, pues tras levantar la cabeza no colgó el balón a la olla, sino que la pasó atrás, apareciendo Kanouté en la frontal, que conectó un ajustado disparo ante el que Sylva no pudo hacer absolutamente nada.
El partido se ponía de cara y los de Juande continuaban dando caña ante un Lille desconcertado. La locura se hizo esperar hasta el descuento del primer periodo. Otra vez el inconmensurable Adriano luchó un balón que casi nadie suele pelear. Le robó la cartera al jugador galo, se fue por velocidad y la puso en el segundo palo. Allí Kanouté bajó el balón al centro del área chica, donde Luis Fabiano lo hundió en el fondo de la red: delirio.
En la segunda parte el Sevilla salió más calmado. El Lille buscaba el gol con más intensidad que en el primer periodo, pero la defensa estaba intratable, sobre todo Javi Navarro, que ganaba todos los balones. Tampoco el Sevilla creaba excesivo peligro, apostando más por esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. A 25 minutos del final el Lille dio su primer aviso serio. Una falta botada por Chalmé casi dio el día a la parroquia local, pero las manos de Palop acabaron con la incertidumbre. Instantes antes un revolucionado Daniel fue sustituido por Jordi. El de Bahía tenía una tarjeta amarilla y estaba demasiado acelerado, de modo que Juande optó por sentarle. Martí ocupó el lateral derecho y Jordi el puesto de pivote.
Todo se desarrollaba con relativa normalidad hasta el minuto 71. Jesús Navas entró en el juego de Tafforeau y le propinó un codazo que le costó la roja. Juande reaccionó de inmediato. Sacó a escena a Aitor Ocio y quitó a Luis Fabiano. El vasco ocupó el lateral derecho, Martí volvió al medio centro y Jordi se fue a la derecha. Fue entonces cuando llegaron los peores minutos, los más sufridos. No obstante, esta vez sí, los nervionenses supieron sufrir, no perdieron la cabeza y anularon con gran eficacia los ataques del Lille. De ahí a un intenso descuento en el que Kanouté, oh Kanouté, dio una exhibición de cómo retener la pelota en el córner, completando un partido de matrícula de honor.
El pitido final del árbitro cerró una eliminatoria que el Sevilla se lleva con todo merecimiento pues ha sido mejor tanto en la ida como en la vuelta. En el primer asalto la fortuna no estuvo con los hispalenses. En el segundo sí. Y entonces, todo cambia, como se ha podido ver. La fortuna es fundamental y cuando sonríe y hay un equipo con argumentos como éste, se puede llegar muy lejos. De momento, a cuartos, que ya es histórico. Al final, se reescribió la historia y en un verdadero encuentro de ser o no ser, se dio la cara.

