Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión Muerte y Resurrección del Señor Jesús. El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. El ayuno consiste en hacer solo una comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedir perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre. La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el cielo. Al momento de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas el sacerdote nos recuerda las palabras del Génesis, después del pecado original, acuérdate, hombre, de que eres polvo y en polvo te has de convertir, es una costumbre que recuerda a los que la práctica, que algún día vamos a morir y que el cuerpo se va convertir en polvo. Es tradicional dejar y no lavar la ceniza de la frente hasta que esta desaparezca por sí misma. La celebración de la Santa Misa, con la imposición de la ceniza fue en el templo de la basílica menor de la Esperanza Macarena. La eucaristía estuvo presidida y predicada por el Rvdo. Andrés, acompañado de muchos feligreses del barrio que llenaron toda la basílica menor para comenzar de esta forma tan significativa de la cuaresma, el camino hacia la Pascua. En su homilía el Rvdo. Andrés destaco los pilares que nos cuenta el evangelio para este tiempo de cuaresma: Ayuno, Oración y Limosna.
Fotografía Antonio Rendón Domínguez