La única carrera vertical en el mundo que se celebra en el interior de un faro activo tiene lugar en Chipiona. Esa singular prueba volvía tras dos años de parón por la pandemia ayer domingo 2 de octubre. Con inscripciones agotadas desde hacía varias semanas, el reto fue afrontado finalmente por 171 deportistas destacando una altísima presencia femenina, que alcanzó el 30 %.
El Club Atletismo Correplayas y la Delegación de Deportes organizaban la que ha sido la tercera edición de la Carrera Vertical Faro de Chipiona con la colaboración de la Autoridad Portuaria de Sevilla, la Diputación Provincial de Cádiz y ACITUR y el apoyo de firmas comerciales como Virgilio Cebrián Gestión Inmobiliaria, Hotel Chipiona, Andalucía Auctions y Venta Torrebreva.
Se trata de una crononometrada competitiva por equipos de 4 componentes que este año presentaba como novedad que se podía disputar igualmente de forma individual o por parejas. Ha consistido en recorrer los 50 metros que separan la salida del acceso al Faro, subir las escaleras exteriores e interiores del mismo, que suman un total de 344 escalones, hasta llegar al exterior de la cúpula, tocar la campana situada en el mirador y bajar hasta llegar a la salida del Faro para hacer 450 metros finales de asfalto hasta la meta.
Mencionado en época Romana, por Pomponio Mela y Estrabón, cuentan que el general Quinto Servilio Caepión levantó una torre que llevaría su nombre, cerca del actual emplazamiento, para evitar el peligro del bajo de Salmedina. No se han conservado ni descubierto restos de aquella construcción hasta el día de hoy.
El actual faro, construido en la Punta del Perro, entre 1863 y 1867 por el ingeniero de caminos Jaime Font Escolá, es una obra de ingeniería al más alto nivel.
Es considerado el Faro más alto de España -con 69 metros- y uno de los más altos del mundo. La torre que hay que subir para llegar hasta la linterna tiene 322 escalones. La primera piedra fue colocada el 30 de abril de 1863, e iluminó por primera vez el 28 de noviembre de 1867, gracias a un aparato óptico de primer orden, con lámpara de aceite de oliva, produciendo un destello de luz blanca cada 60 segundos y accionado con maquinaria de relojería.
Posteriormente, el aceite de oliva es sustituido por aceite mineral (parafina de Escocia), y más tarde se utilizará petróleo refinado. En 1916 se instala una lámpara de incandescencia a vapor de petróleo a presión, con mayor velocidad de giro y un destello cada 15 segundos. En 1946 se electrifica el sistema.
El material utilizado para su construcción fue piedra ostionera de Chipiona y Rota, losas de Tarifa y materiales procedentes de Sierra Carbonera, entre los municipios de San Roque y La Línea.
Su torre (fuste) es hueca con escalera de caracol y está inspirada en las columnas conmemorativas romanas. Dentro cuenta con tres viviendas para los fareros, en torno a un patio con aljibe.
Una de las características del Faro de Chipiona es su condición de faro aeromarítimo desde 1963. Su haz de luz ilumina horizontal y verticalmente, sirviendo así de ayuda a los aviones.
En la actualidad, el haz de luz alcanza 25 millas náuticas, emitiendo destellos cada 10 segundos.
Desde su inauguración, nunca ha dejado de funcionar, salvo en 1898 durante la Guerra de Cuba, y en 1936 por la Guerra Civil, que estuvo apagado 3 años.
El faro de Chipiona pertenece a la Autoridad Portuaria de Sevilla desde el 1 de enero de 1993 (antes dependía de Cádiz), fecha de inicio de la nueva Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante.