El tiempo para la Virgen es absolutamente relativo. Cinco siglos lleva velando por su pueblo, viendo pasar generaciones a sus plantas rendidas. Todo ha cambiado en la ribereña localidad sevillana de Alcalá del Río, pero solo ella ha permanecido. Es la Virgen de la historia y del tiempo, la que siempre y en todo ha estado presente. Por eso, por su mucha antigüedad, la sede hispalense concedió con honores la coronación canónica.
Y por eso, porque frente a medio milenio unos meses no son nada, junio ha estirado este año sus páginas en el calendario para concluir el 31 de octubre con la procesión de la dolorosa por las bodas de plata de su coronación canónica. Día que además fue el más grande del año – con permiso del Viernes Santo – porque hasta la jornada tuvo 25 horas.
“¿Qué tienes que hasta al tiempo remueves?”, se preguntaba una hermana en los prolegómenos de la procesión. Los mapas auguraban muchos litros de lluvia los días previos, pero el domingo amaneció radiante. Un sol primaveral también participó en la misa estacional que, ante el paso y emitida por Canal Sur tv, ofició el Arzobispo de Sevilla, Monseñor José Ángel Saiz Meneses.
Una alfombra de romero, puso el suelo a la procesión como aquel 15 de junio del año 1996, Alcalá del Río fue el escenario de la coronación canónica, por el arzobispo Carlos Amigo Vallejo, de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad, de autoría anónima.
Pese a la incertidumbre meteorológica, el cortejo oficial que acompaño a la dolorosa se puso en la calle en torno a las 17:00 de la tarde, para el que se expidieron más de 1.000 papeletas de sitio, aderezado con estandartes de hermandades de la Soledad y corporaciones con sus titulares coronadas canónicamente.
Las calles estaba adornada con arcos con las letanías del Santo Rosario, desde ‘Causa de nuestra alegría’, “Vaso insigne de devoción”, “Estrella de la Mañana”, a “Reina de la Familia”, fueron epítetos con los que el gentío iba rezando al paso de la dolorosa por las calles, en ese templo y trono en el que Patrocinio López, las hermanas Antúnez y el taller de Olmo pusieron sus puntadas de oro. Tras el acto institucional ante el Ayuntamiento finalizó la procesión oficial y el gentío que acompañaba a la dolorosa era un río continuo que ocupaba las calles, ya sin cortejo, entre vivas, rezos y oraciones.
Y hubo lluvia. Mucha, pero de pétalos. Casi una treintena de petaladas, regadas por sus calles, llovieron sobre el palio. Regadas de amor por ese río Guadalquivir que con su Vega fue escenario y testigo del momento histórico en el que Carlos Amigo depositó sobre sus benditas sienes la corona del amor. Una corona en la que solo cabe el oro, pero a este los 24 kilates se le quedan corto, por su valor sentimental incalculable, en la corona están más de tres kilos y medio de oro de tantos soleanos/as que soñaron con verla coronada canónicamente y que se desprendieron de sus joyas para que la Virgen tuviera lo mejor.
La Virgen fue acompañada con la Banda de Música de la Hermandad de la Soledad, de Alcalá del Río bajo la dirección de su director José Hernández Rey hasta llegar al Ayuntamiento cambió de Banda y fue la Banda de la Cruz Roja de Sevilla, bajo la dirección de su director José Ignacio Cansino González la que acompañó a la dolorosa hasta que llegó a su sede radicada en su capilla, en la Real Ermita de San Gregorio de Osset entrando sobre el entorno de las 2 de la mañana.
Foto Antonio Rendón Domínguez
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