La bienal ya está pregonada e inaugurada. Las palabras Benítez Reyes y Tomás de Perrate han puesto el punto de partida a esta vigésima edición del ciclo flamenco. El bailaor José Galán, los primeros pasos. El coreógrafo sevillano creó un flashmob que tuvo al Monumento a la Tolerancia como lugar y a Triana como testigo. A los pies del puente de Isabel II se bailó mientras la noche caía más allá del Guadalquivir.
La Fiesta en Triana se culminó con los pasacalles No sin mi bata, del Laboratorio de Investigación Escénica Improvisaciones. 40 bailaores y bailaoras desfilaron desde el Muelle de la Sal hasta la Plaza de Altozano, donde el monumento al arte flamenco tuvo más sentido que nunca. Las flores adornando el puente y un centenar de piraguas iluminando el reflejo de Sevilla, crearon el ambiente perfecto para que la fiesta pasara de una orilla a otra.
Y vuelta de nuevo a la margen del casco histórico, porque la Plaza de San Francisco tenía un Racimo de Candiles esperando para prenderlos en el aperturista escenario colocado junto al Banco de España. Justo después, en el mismo lugar, el estreno de la obra musical Persecución. Un proyecto de la Bienal e IMPERDIBLE. Artes Escénicas que rinde tributo al mítico disco de El Lebrijano y Félix Grande