El calendario litúrgico que establece la Iglesia católica comprende un periodo de tiempo de un año, pero no empieza el uno de enero como podría suponer, sino que inicia a finales de noviembre con la llegada de Aviento que durará cuatro semanas, después vendrá en tiempo de Navidad y a partir del domingo posterior a la Epifanía comienza la denominada Primera parte del Tiempo Ordinario.
A partir del lunes de Pentecostés comienza la segunda Parte del Tiempo Ordinario, que son los días en que no se celebra ninguna fiesta especial, que finalizará nuevamente con el periodo de Adviento.
Los diferentes periodos de tiempo litúrgicos cada uno con un significado cultural diferente, marca las vestimenta de las imágenes letificas. En los lugares donde se sigue fielmente el calendario, los iconos de las vírgenes de vestir son cambiadas en sus vestimentas de manera y forma de que siempre sus atavíos estén en justa correspondencia a las celebraciones religiosas.
Cuando llega el segundo tiempo ordinario, es decir cuando está próximo el verano climatológico, las vírgenes suelen cambiar de vestimenta y lo hace preferentemente con ropas de colores claros, así permanecerán hasta el final del curso cofrade.
Nuestra Madre de la Esperanza, de la ribereña localidad sevillana de Alcalá del Río, amanece para este tiempo ordinario estival vestida de Reina por sus camareras, a las orden de su magnífico y original vestidor Francisco Ruiz Muñoz. La Stma. Virgen lleva sobre sus hombros un manto de terciopelo de seda de Lyon de color burdeos, Saya de raso rosa de seda con bordado del traje de un famado torero “Diego Puerta”, con cinturón de agremán de oro con incrustaciones de granate y lentejuelas. Rodeando su bello rostro blonda de encaje de Brúcela en hilo tostado. Broche de oro, perlas y ágatas. En sus manos primorosas pañuelo de seda de Caen, rosario de filigrana y rosa de plata sobre dorada. Toca de maya decorada con tisú de oro, con cordoncillo y lentejuelas. Y sobre su Divina Sienes Corona de Plata sobre dorada del Siglo XVIII.
La imagen es una preciosidad; esta preciosa imagen de autor anónimo siglo XVII, sobre la que casi con seguridad, debió poner sus manos el escultor sevillano José Montes de Oca y León, que parece que habla y que está viva, que te llena de ternura, imagen que desde su camarín, en la Parroquia Santa María de la Asunción, (Se tratan de una antigua mezquita árabe, hoy día de estilo mudéjar sevillano. Conserva una torre mudéjar e interesante obras de arte) acompaña a su hijo Jesús el Nazareno con la Cruz a cuesta, en la nave de la epístola en el retablo Parroquial de la localidad Ilipense.
Foto Antonio Rendón Domínguez