Argentina-España, 2015. Director: Pablo Trapero. Guión: Pablo Trapero. Fotografía: Julián Apezteguia. Música: Sebastián Escofet Intérpretes: Guillermo Francella, Peter Lanzani, Inés Popovich, Gastón Cocchiarale, Giselle Motta, Franco Masini, Antonia Bengoechea, Gabo Correa.
El cine argentino es una de las cinematografías que suelen llegar con más frecuencia a la cartelera española, y también es frecuente que el público responda satisfactoriamente. El país de la Pampa ha sabido exportar títulos de interés, cineastas de talento y algunos de los mejores actores del mundo, como el impresionante Ricardo Darín al que acabamos de ver en ?Truman?.
También Argentina ha sabido coproducir con otros países, entre ellos España, y en nuestro país es la productora El Deseo, de los hermanos Almodóvar, quien ha elegido con más acierto en los últimos años la implicación en proyectos rodados al otro lado del charco; los manchegos hicieron pleno con ?Secretos Salvajes? y ahora se apuntan otro tanto con ?El Clan? (León de Plata al mejor director en Venecia y record de taquilla en Argentina, superando a ?Relatos Salvajes? y ?El secreto de sus ojos?).
Lo que nos cuenta ?El Clan? es un suceso que conmocionó a la sociedad argentina a principios de los 80, en una recién nacida democracia liderada por Raúl Alfonsín tras siete años de dictadura militar. Un antiguo cargo del anterior régimen, llamado Arquímedes Puccio, secuestró y asesinó a varias personas con la connivencia de su familia, aunque nunca se explicó cómo su esposa e hijos aceptaron que el cabeza de familia cometiera tales atrocidades, incluso encerrando a sus víctimas en el sótano de la propia casa familiar.
La historia es terrorífica, y expresa magistralmente hasta qué punto puede llegar la crueldad del ser humano, la falta más absoluta de empatía o compasión hacia el valor de una vida. Esta vez, la monstruosidad y la barbarie se insertan dentro de lo cotidiano, en el seno de una familia de apariencia normal y corriente, jugando con un contraste brutal que a veces se plasma con secuencias montadas en paralelo: una cena amable, una típica conversación entre hermanos o una fiesta de amigos se alternan con los secuestros y asesinatos a sangre fría organizados por el padre con la ayuda y colaboración del hijo mayor. Las reuniones familiares, presididas por un monstruo de ojos fríos y acerados, se desarrollan en un ambiente de cariño y cordialidad, mientras que el futuro de todos ellos descansa sobre la víctima que está justamente bajo sus pies, encerrada en el sótano de esa misma casa.
Todo está además contado de una manera impecable, con una realización que usa con frecuencia el plano secuencia, especialmente en las escenas más brutales; no hay juegos malabares ni virtuosismos de cámara innecesarios, la violencia es mostrada de una forma seca y contundente, con una fotografía áspera de tonos grises, nunca brilla el sol en esta historia. El ?Caso Puccio? (recordado así por los argentinos) está íntimamente ligado al cambio radical que dio el país en los 80, y así lo plantea la película, arrancando con el discurso del recién nombrado presidente Alfonsín y salpicando el filme con fragmentos de la historia reciente de Argentina, como la guerra de las Malvinas, que provocó el absoluto desprestigio del ejército y la caída del régimen militar. El director Pablo Trapero hace que ese contexto histórico esté muy presente a lo largo del filme, como explicación (nunca justificación) de los crímenes del protagonista, alguien que trabajó para aquellos que torturaron e hicieron desaparecer a miles de ciudadanos. Arquímedes Puccio parece ser una rata que presiente el hundimiento del barco y decide labrarse un futuro económico, un ser sin prejuicios, acostumbrado a convivir con el horror, sin piedad por sus semejantes. Su mirada es de ojos inertes y casi nunca descompone el gesto, tan sólo en una determinada secuencia en la que asoma del todo el diablo que lleva dentro. El magnífico y camaleónico Guillermo Francella es el actor que soporta casi todo el peso de la cinta, todo gira alrededor de este asesino impasible y despiadado, y Francella realiza uno de esos trabajos que traspasan la pantalla. En suma, otra estupenda muestra del cine argentino que tantas gratas sorpresas nos da cada cierto tiempo.