Presidente de la Junta de Andalucía, alcalde de Sevilla, presidente de la Fundación Cajasol, autoridades, compañeros y compañeras, amigos y amigas, bienvenidos y gracias a todos por asistir, hoy, a este acto de entrega de la vigésimo primera edición del Premio de la Comunicación de la Asociación de la Prensa de Sevilla, una asociación que, en el pasado mes de diciembre, ha superado la cifra de mil periodistas asociados, lo que la convierte, y con diferencia, en la segunda de España, por detrás de la de Madrid.
Decía yo, hace justo un año, en este mismo lugar y a esta misma hora, en la anterior edición de este premio, que los periodistas y el periodismo atravesábamos el peor momento de nuestra historia y que estábamos inmersos en una profunda crisis económica y laboral, de modelo, de calidad y de falta de ética. Pues bien, hoy, un año después, hay que decir que estamos mucho peor; que ese peor momento de la historia de los periodistas y del periodismo es hoy aún más grave, que todos coincidimos en que este 2013 va a ser más malo que el pasado 2012, y que lo peor está todavía por llegar. Sin embargo, pese a esta situación, y pese a que personalmente soy muy pragmático y realista, porque la botella no está ni medio llena ni medio vacía, sino que está por la mitad, pienso que ese lo peor está por llegar nosotros, los periodistas, vamos a cambiarlo por un lo mejor está por venir.
Sobre nuestro estado de salud, económico, profesional y ético quiero hacerles algunas reflexiones, pero, antes, me van a permitir que felicite y dé la enhorabuena a los compañeros premiados este año. Un año en el que muchos sostienen que no estamos para celebraciones, pero yo creo que la trayectoria y el trabajo de estos compañeros, y el de otros muchos, justifican esta celebración.
Julio, Antonio y Ricardo, felicidades Julio Cuesta, Antonio Ramos y Ricardo Ríos es un placer que seáis socios de honor de la Asociación de la Prensa de Sevilla. Aunque formalmente os habéis jubilado, estoy seguro que seguiréis siendo periodistas toda la vida. Los tres habéis sido y sois maestros en vuestros respectivos campos y, sin duda, un ejemplo a seguir. De la despedida de los tres en vuestras jubilaciones, me quedo, y hago mía, con una afirmación de mi querido maestro Antonio Ramos: las facultades de periodismo tienen una asignatura pendiente: enseñar a los alumnos desde el primer día a ser periodistas.
Para esta edición, por la crisis estructural que padecemos, hemos cambiado las bases del premio y hemos propuesto al jurado que premiase a proyectos y a profesionales del periodismo emprendedores e innovadores, a compañeros que han entendido que estamos inmersos en una profunda transformación y que entramos en una nueva era, que han sabido cambiar de mentalidad y que, con entusiasmo, esfuerzo y problemas, han abierto nuevos caminos. Como incentivo y reconocimiento, hemos cambiado la imagen del premio en sí y hemos elegido la portada de la Hoja del Lunes de Sevilla del 4 de diciembre de 1977, o, mejor, la del 5 de diciembre de 1977, la del día después del primer Día de Andalucía, porque fue el día en la que los andaluces apostamos por la transformación y por una nueva etapa para nuestra Andalucía.
La verdad es que el jurado habría reconocido el trabajo de varias decenas de iniciativas que, afortunadamente, se han puesto en marcha, pero, al final, había que seleccionar y se ha optado por tres menciones especiales a tres proyectos en la red centrados en la información más cercana, en la información real de la calle, en la hiperlocal, en la local y en la provincial. Compañeros de Sevilla Actualidad, Sevilla Directo y Sevilla Report, enhorabuena y adelante. No temáis al fracaso, al contrario, disfrutad con el periodismo que hacéis día a día.
Y premio de la Comunicación de la APS a Javier Padilla. Javier, a tus solo 35 años, eres un ejemplo para todos de lo que puede ser el camino y los modelos en lo que llamamos la nueva era del periodismo. Eres un avanzado en el emprendimiento y la innovación y, además, con resultados positivos y reconocidos ya a nivel internacional. Te seguimos y te seguiremos muy de cerca para aprender de ti. Javier, felicidades.
En este marco de los premios, permítanme también que haga una referencia a seis periodistas de la APS que ya no están físicamente entre nosotros. Estén donde estén, un abrazo sincero y emocionado a Paco Anglada, Manuel Barrios, Mariano Martín Benito, Roberto Dorado, Rossell Segura y Ricardo Acosta.
Les decía al principio de mi intervención que, en estos momentos, los periodistas y el periodismo vivimos el peor momento de nuestra historia y que lo peor está aún por llegar. En lo económico y laboral, 2012 ha sido un auténtico tsunami para nuestra profesión. Si miramos en la trágica EPA que hemos conocido hoy, en la que se ha llegado al récord histórico de casi seis millones de parados, seguro que encontramos a miles y miles de periodistas. Porcentualmente, nos hemos consolidado como el sector que tiene más parados que nadie y en uno de los que vive en la mayor precariedad.
En todos los medios de comunicación de Andalucía, sin excepción, ya sean públicos o privados, se han producido despidos, ERE, ERTE y recortes salariales y sociales. La sangría nos afecta a todos, pero, sobre todo, se ha cebado con los compañeros veteranos y con más experiencia, porque dicen que son los que cuestan más dinero; y también con los autónomos, que son la gran mayoría, en especial con fotógrafos y cámaras, que son de segunda división en el día a día y que hipócritamente les convertimos en grandes periodistas cuando son protagonistas de la noticia. Para colmo, creo que somos la única profesión en España en la que cada vez proliferan más ofertas para trabajar gratis o, incluso de hasta pagar por trabajar. Y no olvido a los miles de nuevos licenciados de las facultades de Comunicación que van directamente al paro o que son explotados como becarios gratis en los puestos de los periodistas despedidos. Solo de la Facultad de Sevilla, entre las tres especialidades, cada año salen 500 nuevos licenciados.
Y 2013 no ha podido comenzar peor. En lo que llevamos de mes, la sangría se ha agudizado: expedientes de regulación de empleo en Tele Madrid y en la radio televisión de Valencia, ERE en periódicos del grupo Vocento, como Las Provincias y La Verdad, ERE en el grupo Zeta, como el Diario de Córdoba, despidos en ABC de Sevilla y El Mundo del País Vasco, y ERE y cierre de las emisoras de la cadena Punto Radio. Y todo ello a la espera de lo mucho y malo que está por llegar.
La situación es tan grave que en la Asociación de la Prensa de Sevilla, desde hace cuatro meses, tenemos en marcha un Fondo de Emergencia para ayudar a compañeros, sean o no de la APS, que lo están pasando muy mal, a profesionales del periodismo que no tienen ni para comer.
Es cierto que las ventas, la difusión y la publicidad, sobre todo la publicidad institucional, han caído de manera alarmante y que las empresas de comunicación lo están pasando mal; eso sí, la mayoría por falta de previsión y por no haber sabido ver los nuevos tiempos. Pero es cierto que las empresas, por motivos económicos o políticos, con el pretexto de la crisis y con las facilidades de la reforma laboral, están aprovechando la ocasión, y con verdadera alevosía, para hacer una injustificada e inaceptable limpieza profesional.
En este comportamiento, solo unos apuntes sobre los medios privados y sobre los medios públicos... En estos momentos, casi todos los medios privados de España están en manos de grupos empresariales que nada tienen que ver con el periodismo y que tienen intereses que nada tienen que ver con este oficio, hablo de bancos, de constructoras o de multinacionales de seguros. Quienes mandan y dirigen los medios privados son los gerentes y los directores económicos, no los periodistas. Los directores, redactores jefes y los periodistas no tienen ningún peso en la gestión de un medio privado. Por ello, actualmente lo único que importa es el negocio, el dinero, los intereses económicos o los idearios políticos, y no los proyectos periodísticos, que son los realmente importantes. El producto, el buen trabajo del periodismo, no importa.
Y en el caso de los medios públicos estamos asistiendo a una estudiada e interesada estrategia política de desmantelamiento, desprestigio y privatización para que, en algunos casos, desparezcan y, en otros, prácticamente regalárselos limpios a gente amiga. Me pregunto ¿cómo se pueden privatizar los servicios informativos de un medio público? En el caso de Andalucía, hay que celebrar que la Junta haya firmado un contrato programa con la RTVA, que le da estabilidad y seguridad a corto y medio plazo y que debe aprovechar para trabajar en cuál deber ser el modelo ideal de la radio y televisión pública andaluza. Los medios públicos, públicos de verdad, sin ninguna obediencia gubernamental, ya sea estatal, autonómica o municipal, son totalmente necesarios en una sociedad democrática; lo son tanto como la sanidad, la educación o los servicios sociales.
En este terreno económico y laboral, le pedimos a todas las administraciones, cada una en el ámbito de sus competencias, que actúen y que den ejemplo. La inspección de trabajo, como los tribunales de Justicia, no puede permanecer pasiva ante los atropellos que se están cometiendo. La Junta de Andalucía, las diputaciones y los ayuntamientos tienen que tener en su RPT la categoría profesional de periodista para que los periodistas puedan concurrir a oposiciones públicas como cualquier otro profesional. No puede ser que las administraciones santifiquen la precariedad laboral y que el trabajo de un periodista dependa de un color o cambio político o del deseo personal de un consejero, director general o concejal. Tampoco puede ser que administraciones o empresas públicas convoquen un puesto de periodista exigiendo solo bachillerato superior. Si los medios audiovisuales, radios y televisiones, no cumplen lo exigido en las condiciones fijadas en las licencias que se les concedió se les debe retirar la licencia. Y no puede ser que las administraciones públicas aporten dinero público a medios de comunicación privados que usan ese dinero para despedir a sus trabajadores. Insisto, tienen que dar ejemplo.
Todo lo que les he contado nos afecta solo a los periodistas, pero todo ello crea una situación que tiene consecuencias muy directas y muy lesivas en los ciudadanos. Me refiero a la crisis de calidad y a la falta de ética en el periodismo y en los periodistas, dos males tan importantes o más que los anteriores. Y contra estos males tenemos que rebelarnos los periodistas y toda la sociedad, que tiene el derecho constitucional a una información veraz. Por esa falta de calidad y por esa falta de ética, los periodistas y el periodismo nos hemos ganado a pulso la pérdida de credibilidad y de confianza de la ciudadanía. Si a diario hablamos del descrédito y desprestigio de la clase política, en ese mismo saco, desgraciadamente, estamos los periodistas.
La calidad y la profesionalidad de la información, que debe ser la bandera de nuestro oficio y que es donde está nuestro presente y nuestro futuro, no cotiza, está a la baja, no importa. Ejemplos diarios tenemos todos los que ustedes quieran. Hoy mismo, 24 de enero, el periódico de mayor venta y difusión en España, ha hecho el mayor de los ridículos: ha tenido que retirar de los quioscos su primera tirada porque en su portada, a cuatro columnas, incluía una foto del presidente de Venezuela, Hugo Chavez, intubado, que era una foto falsa, una foto tomada de un vídeo montaje hecho por unos cachondos en la propia Venezuela. Y eso después de que el director de un periódico de competencia directa hubiera alertado horas antes que le habían ofrecido esa falsa foto y que seguro que algún medio picaría. Pues ha picado el periódico que recientemente ha despedido a 129 buenos y expertos periodistas, en la mayoría de los casos con más de 50 años de edad y, por tanto, según su consejero delegado, con una edad que ya no sirven para el periodismo. Por cierto, y es otro hecho de hoy mismo, el director de ese periódico que alertó de esa falsa foto ha sido condenado por el Tribunal Supremo por vulnerar el derecho al honor del juez Baltasar Garzón, por afirmaciones injuriosas y vejatorias en varios artículos que no pueden ampararse en la libertad de expresión.
Y luego está la crisis deontológica, la falta de ética. El periodismo es libertad, pero no todo vale. El periodismo, su esencia, es la honestidad y la búsqueda de la verdad, y, sin embargo, hay a quienes les importa bien poco ese valor de la honestidad y aplican solo su verdad, que es la mentira, y sirven a esa mentira sabiendo que es mentira. La realidad es que hay medios que manipulan sin pudor y que practican lo que yo personalmente llamo terrorismo informativo. Y también hay periodistas que lo hacen, en muchos casos por miedo o porque tienen que comer, lo cual no les justifica. Esta es una autocrítica, un análisis, de puertas adentro. De puertas afuera, de esa falta de calidad, de ética y de libertad de los periodistas, también responsabilizo a los poderes públicos y privados.
Corren malos tiempos para la libertad de expresión, y aquí, periodistas y ciudadanos, tenemos que trazar una línea roja y decir ni un paso atrás. Estamos en un claro retroceso del libre trabajo periodístico en la calle, como también de la libre actuación de cualquier ciudadano. Les pongo un caso concreto: el pasado 24 de noviembre, una compañera, Ana García, reportera gráfica de La Sexta y del buen equipo de Historia de Luz, fue detenida en Sevilla cuando lo único que hacía era cubrir la información de una protesta contra los desahucios. Le han imputado cinco cargos, hasta la acusan de ocupación ilegal de una vivienda. Mañana mismo, la APS va a presentar en la Delegación del Gobierno en Andalucía un escrito con casi 1.700 firmas pidiendo que le sean retirados esos cargos. Les podría contar otros muchos casos, como que la policía impide grabar determinadas imágenes en la calle; o que se ha puesto de moda que los partidos políticos solo permitan su propia señal realizada de sus actos y que remitan audios y vídeos editados a radios y televisiones, que son emitidos tal cual; o las ruedas de prensa sin preguntas, de las que no culpo a quienes las convocan sino a los propios medios de comunicación que mandan a los periodistas. Si los medios nos los enviasen y si los periodistas se marchasen sabiendo que no tendrían represalias, seguro que terminarían esas ruedas de prensa sin preguntas. Eso sí, en la conciencia del político que convoca la rueda de prensa de preguntas debe quedar si está cometiendo o no un fraude a los ciudadanos. La realidad es que cuando hablamos de necesarias y urgentes leyes de transparencia, buena parte de los gobiernos, partidos y organizaciones de todo tipo son cada vez menos transparentes. No son transparentes con los periodistas y no lo son con la sociedad. El momento que vivimos es un claro exponente de ello.
Bueno, pues pese a todo lo que les he contado, y pese a que lo peor está por llegar, yo creo que lo mejor está por venir y que el periodismo aún tiene por delante su edad de oro. Una cosa es el periodismo y los periodistas y otra las empresas, los medios y los soportes y formatos periodísticos. El periodismo es un oficio vocacional y nunca morirá mientras que haya profesionales dispuestos y formados para contar honestamente la realidad y una sociedad con el derecho a tener una información libre y veraz. Les decía que en este mes de enero los ERE y los despidos están disparados, pero también les digo que, en paralelo, en este mismo mes de enero, son muchísimos los compañeros que están trabajando en la puesta en marcha de sus propios proyectos. Con ellos está embarcada la APS y, en especial, con esa novedosa macro cooperativa de periodistas llamada Se Buscan Periodistas. Nadie sabe aún cuál y cómo será el modelo del periodismo en el futuro inmediato, dónde está el negocio y qué fuerza final tendrán internet y las redes sociales, pero sí sabemos que los periodistas tenemos que ser los dueños de nuestro presente y futuro y que somos nosotros quienes tenemos que liderar la transformación del periodismo. Nuestro compromiso es el de no quedarnos ni en el lamento ni en el conformismo; nuestro compromiso es el de luchar, caminando siempre junto a la sociedad de la que formamos parte. Por eso, hoy, día de los periodistas, reivindicamos una vez más el lema de esta chapa: sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia.