Amigos lectores me preguntan cuánto hay de verdad y de ficción en La última noche, novela premio ateneo de Sevilla de novela historica y segunda novela publicada de Francisco Gallardo Rodriguez, cuya segunda edicion sera presentada el 17 de agosto a las diez de la noche en el Csstillo de Chipiona, organizada por el Ateneo de Chipiona . El siguiente texto quizás pueda ayudar a contestarles.
La última noche es la memoria escrita de Sarah Avenzoar, musulmana del siglo XII, médico de mujeres y niños, cuya vida transcurrió entre Sevilla y Marrakech. Pertenecía a la ilustre saga de los banu Zuhr, los ibn Zuhr, los Avenzoar, seis generaciones consecutivas de médicos, la mayoría de ellos sevillanos que sirvieron a los emires almorávides y a los califas almohades durante el llamado Siglo de Oro de la medicina andalusí.
Los antepasados más remotos de la familia Avenzoar pertenecían a tribus del desierto de Arabia luego dispersas por tierras de Iraq y Yemen.
En al-Andalus los primeros Avenzoar de los que se tiene noticia fueron juristas. El primer médico de la familia fue Marwan Abu´Abd Al Malik ibn Zhur del que desconocemos la fecha de nacimiento. Sabemos que desde Sevilla viajó a Bagdad y a Kairuán, en Túnez, donde estudió medicina. Se instaló en Denia cuando regresó a al-Andalus, donde se convirtió en un reputado médico. Sostuvo algunas opiniones médicas peculiares y extravagantes como prohibir los baños calientes por su acción venenosa. Hay quien afirma que murió en Denia, otros historiadores aseguran que en Sevilla.
Su hijo Abu al- Ala Ibn Zuhr (1060-1131), nació probablemente en Denia. Su vida transcurre entre el declive de los reinos de taifas y el imperio almorávide. Siendo muy joven sirvió en Sevilla a al-Mutamid, el rey poeta, entrando posteriormente en la corte almorávide de Marrakech. Se le conoce algún texto literario pero sentía predilección por la medicina. Era experto en la elaboración de triacas que utilizaba en el tratamiento de distintas enfermedades y como antídoto. Utilizaba también los llamados medicamentos extraordinarios o especiales muy eficaces, que podrían tener, propiedades similares a las de las anfetaminas.
Su hijo Abu Marwan ´Abd al-Malik ibn Zuhr (1091-1161), abuelo de Sarah Avenzoar, heredó su cargo de médico en la corte almorávide de Marrakech. Es el Avenzoar más conocido, el médico más importante de al-Andalus. Algunos historiadores más o menos contemporáneos lo consideran el mayor médico de los musulmanes después del persa al-Razi, Rhazes, incluso de la historia después de Galeno. Nicolás Monardes escribe que nace en Peñaflor, a caballo entre Sevilla y Córdoba, otros autores afirman que nació en la medina de Sevilla, entre ellos León el Africano. Durante mucho tiempo, siglos, fue considerado como un médico judío, error que la prestigiosa Bibliotheca arabico-hispana (1760) de Casiri perpetúa.
Lo que es seguro que fue un extraordinario clínico, eminentemente práctico frente al carácter más filosófico, más teórico, de Averroes o Maimónides. Fue autor de numerosos tratados de medicina entre los que destaca su Kitab al-Taysir, Libro que facilita la terapéutica y el régimen. Texto escrito al parecer a instancias de Averroes, quien afirma en su Kulliyyat, Libro de las generalidades de la medicina, que para cualquiera que desee estudiar los tratados de terapéutica, el mejor de todos era el Taysir. Se discute si el médico cordobés fue discípulo de Avenzoar, seguro es que se conocieron y mantuvieron una difícil relación a caballo entre la competencia y la mutua admiración, mediada por los treinta años que lo separaban en edad. No en vano, Avenzoar discrepaba de la especulación filosófica, habitual entre los médicos de su tiempo, prefiriendo la vía experimental y dedicando buena parte de su tiempo a la cirugía, práctica menos habitual. Se negaba a enseñar Lógica a los estudiantes de medicina y en su al-Taysir critica con dureza a los sofistas.
La relación con Maimónides es más distante y no tenemos certeza de ningún encuentro entre Abu Marwan y el sabio judío de Córdoba. Se conocieron a través de los tratados escritos por ambos y tenemos constancia de que Maimónides utilizó los textos del médico sevillano para su formación médica.
Avenzoar fue un adelantado a su tiempo. En sus escritos describe al parásito de la sarna, los tumores mediastínicos y el abceso del pericardio que al parecer sufrió en sus propias carnes y se trató él mismo. También se ocupó de las erosiones intestinales, la parálisis de la faringe o la inflamación del oído medio. Fue uno de los primeros en recomendar la traqueotomía, y la alimentación artificial a través del esófago o el recto. Corrigió anatómicamente a Galeno por lo que hay quien duda de que tal bagaje de conocimientos prácticos procedieran sólo de la observación, sin practicar disecciones de animales, práctica prohibida en su tiempo. En su obra hay numerosas alusiones a la importancia de la nutrición en la prevención y tratamiento de las enfermedades, con recetas detalladas y consejos prácticos para la adecuada preparación de los alimentos. Referencias a la importancia del ejercicio físico para conservar la salud e incluso alguna reflexión ecológica sobre la influencia que ejerce en la salud el aire viciado de los pantanos. En definitiva, un legado enciclopédico muy interesante, incluso visto desde la medicina de hoy, del que aquí sólo es posible dejar estos pequeños botones de muestra.
Avenzoar murió y fue enterrado en Sevilla. De una naghla en la espalda, a la altura el omóplato, similar a la que causara la muerte de su padre Abu al-Ala.
El cargo de médico de corte lo hereda su hijo Abu Bakr Muhammad ibn Zuhr (1113-1199) ya en pleno apogeo del imperio almohade. Abu Bakr fue también un prestigioso y semiclandestino poeta que al parecer no firmaba todas sus composiciones. En uno de sus poemas se refiere, en tono irónico, a los instrumentos quirúrgicos que utilizaba su padre y en otros, al estilo báquico, enaltece el vino y los placeres de esta vida. De sus escritos médicos, sólo tenemos referencia de un tratado sobre las enfermedades de los ojos, cuyo tratamiento preconiza a base de plantas medicinales.
Abu Bakr tuvo un hijo que también se dedicó a la medicina, Abu Muhammad Abd Allah ibn Zuhr (1181-1205) nacido en Sevilla. Estudió y se formó con su padre para servir al califa almohade al-Nasir. Tras morir envenenado muy joven dejó dos hijos, uno de los cuales, Abu l-Ala Muhammad ibn Zuhr continuó la tradición médica de la familia.
Hasta aquí los datos más o menos fidedignos que tenemos de los varones de la saga médica de los varones. ¿Y de las mujeres? Apenas que una hermana de Abu Bakr y una hija suya ejercieron de médicos de mujeres y que tenían un exhaustivo conocimiento de sus enfermedades. No es de extrañar, sabido es que la Historia con mayúsculas se ha escrito, la mayoría de las veces, con cálamo masculino. La historia con minúsculas es otro asunto. Sólo es posible acercarse a ella desde la ficción. La hermana de Abu Bakr se transforma en Umm Amr y su hija en Sarah Avenzoar. Con ellas se levanta el telón de La última noche. Las memorias de una mujer de la que no habla la historia.