No tengo más remedio que volver a las andadas con Zoido, que andadas es lo mejor que ha hecho en todos estos años. Tú le quitas a Zoido los buenos pies que tiene para poderse tirar una Semana Santa de arriba abajo, como si fuera un programa de aquellos de Orientación -los que inventaron eso de seguir por dónde iba una cofradía cada cinco minutos-, tú le pones a Zoido unos juanetes y le das cita para el callista, y acabas con el PP en Sevilla, con la campaña electoral de cuatro años que se ha hecho el tío por los barrios, y todavía seguimos con el Monteseirín al que hemos echado entre todos justo cuando Sevilla va a empezar a ser la ciudad del talento.
No tengo más remedio que seguir escribiendo de Zoido porque el tío abre la boca y es como un recital, que así se llamaron en los años sesenta y setenta los conciertos pop. Es un recital de más de dos horas con bises y otra, otra, otra El tío, además de voz, tiene un repertorio de gestos que ya quisiera hasta el mismísimo Raphael. ¿Ustedes han visto la de veces que Raphael mueve las manos en una sola canción, la de vueltas que se da, más que un pobre poni en la calle del Infierno, que cuando acaba parece que ha cantado tres de golpe y se cansa uno de verlo más que él de hacerlo? El de Linares ataca por Yo soy aquel y le pone tanta pasión que cuando acaba parece que en vez de una canción te han largado un modelo de Hacienda lleno de duplicados. Eso no se acaba nunca. Bueno, pues ríanse de Raphael al lado de Zoido cuando se pone delante de La Macarena, sale a la Plaza Nueva para dialogar con los primeros manifestantes que se topa al día siguiente de su victoria, o cuando coge el bastón de alcalde.
El recital de Zoido ya va lo menos por el Teatro de la Zarzuela, donde en Madrid se presentaron oficialmente Los Bravos con su Black is black, el primer éxito internacional de la música española, el gran precedente de Macarena de Los del Río.
Cualquiera sabe que Black is black significa que negro es negro, lo cual es ya importantísimo en una ciudad que no tenía nada claro, donde estaba bien mezclada la velocidad con el tocino (y con el tocino la de jamón que se han comido sin pagarlo de su bolsillo). Black is black, cantado por Zoido, viene a ser para Sevilla que por fin le vamos a llamar al pan, pan y al vino, vino. Que yo no digo ignorar la de grises que tiene la vida, pero todo a base de matizar, nunca con los colores puros de la honradez, era ya una pasada donde no se aclaraba ni Dios.
Uno está convencido de que el cantante Zoido sabe que es más que un simple político que ha ganado unas elecciones. Uno no tiene dudas de su conciencia de representarnos a todos en un clavo ardiendo que guarda nuestras últimas esperanzas con la democracia, la de verdad, la que se soñó hace varios lustros, la que nos contaron los mismos que después nos han dado gato por liebre, los que nos dieron el cambio -el cambiazo- de la prosperidad por la ruina y de la libertad por el autoritarismo.
Zoido acaba de iniciar la gira de este verano crítico y lo hace con la misma energía vocal de aquel alemán llamado Mike Kennedy, que cuando enfrentaba el fraseo de la famosa canción parecía que sonaba, más que una garganta, una trompeta. Una trompeta para los cuatro vientos de Sevilla como las cuatro caras de su Giralda: se acaban muchos coches oficiales, se bajan sueldos de altos cargos, se despide -si las indemnizaciones dieran presupuestariamente para eso- a los que sobren, se va a investigar con auditorías cada huella que haya dejado un amigo de lo ajeno, cuando lo ajeno es lo pagado por los contribuyentes, se le va a quitar la calle a Pilar Bardem porque no tiene nada que ver con nuestra gente El Ayuntamiento parece tener a sus puertas una cola de pedigüeños, de sevillanos cansados del oscurantismo de Monteseirín y el comunista cupulero (de cúpula del Kremlin) de Torrijos.
Tuvieron que ser oscuros los que jamás llegaron a ser profundos en una ciudad honda que Zoido quiere convertir en la del talento. Lo hay a raudales.
Por fin ha llegado alguien distinguiendo, llamando a las cosas por su nombre y no encubriéndolas con intereses personales antes que colectivos. Black is black. Negro es negro, Lo blanco, blanco. Y al pan, pan y al vino, vino. Zoido: ¡qué bien te sale el agudo de Los Bravos!
José María Fuertes