Casi todos los historiadores coinciden en situar el origen de la aljarafeña localidad de Espartinas durante la dominación romana. Una minoría defiende la idea de que previamente fue un poblado turdetano, basándose en los escritos de Ptolomeo, que cita en su Geografía un núcleo denominado Spoletinum en el lugar que ocupa hoy Espartinas. Con los romanos, de cuyo período se han encontrado numerosos restos arqueológicos en el término municipal, se intensificó el cultivo de la vid y el olivo en la zona, lo que tuvo como consecuencia la aparición de villas dedicadas a la agricultura y el crecimiento de los asentamientos preexistentes. De esta época data la villa de Lauretum, que originó posteriormente la Hacienda de Loreto. Otras villas fueron Tablante, Paterna, Villalvilla y Mejina. Tras la invasión islámica, estas villas se convierten en alquerías musulmanas, pertenecientes al distrito de Hish-al-Farach (San Juan de Aznalfarache), uno de los cuatro en que estaba dividido el Aljarafe. Espartinas aparece ya con este nombre en 1249, después de la reconquista cristiana de la comarca, ya que el rey Fernando III quiso cambiar su denominación por la de Monasterios, idea que, finalmente, no fructificó. En el correspondiente repartimiento de tierras, la Hacienda de Loreto se dedica a la fundación de un convento; la aldea de Cazalla Almanzor es concedida a los pobladores de Sanlúcar, mientras que el resto de núcleos se concentró en Espartinas. La villa participó en 1281 en la batalla de Baeza, por lo que Alfonso X, en agradecimiento, le concedió el uso de armas reales añadidas a la Cruz de Malta y las ocho aspas, símbolo de la citada contienda. Para entonces, la población se hallaba consolidada, aunque su crecimiento se había producido de manera irregular. Ya en tiempos más recientes, se produjo un desarrollo superior en torno a su eje fundamental, la carretera Sevilla-Huelva, que atraviesa el casco urbano.
La finca de Spartus Dado que no existe una documentación clara con respecto a la etimología del nombre de Espartinas, los analistas no se ponen de acuerdo en esta cuestión. Así, para algunos deriva de spartus, por la abundancia de esparto en la zona donde se asentó el pueblo; para otros, procede del nombre del propietario del lugar en época romana, llamado Spartus. Hay quien considera que su origen se encuentra en el núcleo turdetano citado por Ptolomeo, Spoletinum, mientras que otros creen que viene de Espartales, aldea fundada por los supervivientes de una terrible epidemia de peste que asoló la alquería de Paterna.
Un gran torero de Espartinas: Espartaco Juan Antonio Ruiz Espartaco, cuyo apodo deriva del nombre de su pueblo, es, probablemente, el espartinero más conocido en toda España. No en vano, se trata de uno de los mejores diestros de los últimos años, que ha triunfado en plazas de todo el mundo, y ha conseguido salir por la Puerta del Príncipe de la Maestranza en diversas ocasiones, alcanzando así el sueño de cualquier matador de toros. Sus paisanos, orgullosos del torero, le han dedicado el polideportivo municipal.
CÓMO LLEGAR -Situación: A 15 kilómetros de Sevilla por la A-49 o la N-431. -Extensión: 23 kilómetros2. -Habitantes: 4.708.
DÓNDE QUEDARSE -Hotel Loreto. Tel.: 954113280.
NO SE PIERDA -El convento de Loreto.
1.Arquitectura civil En el paisaje urbano de esta localidad abundan las edificaciones de dos plantas, del tipo popular característico del XVIII y especialmente de los siglos XIX y XX. Existen, además, como en el resto de la comarca, algunas haciendas de grandes dimensiones, construidas en el XVIII y en el XIX, entre las que se encuentran: la de Loreto, situada junto al convento del mismo nombre y que conserva una interesante torre mirador y un hermoso patio; la de Tablantes, cuyo origen fue una alquería musulmana, y que perteneció al poeta sevillano Juan de Arquijo a finales del XVI; Nuestra Señora de los Remedios, situada a la entrada del pueblo, o la del Cortijuelo, actualmente convertida en salón de celebraciones.
2.Arquitectura militar Dentro del recinto del convento de Loreto se conserva una torre militar de vigilancia, de construcción cristiana, aunque otros estudiosos la datan en el siglo XII. Su planta cuadrada mide unos 15 metros de altura y el material empleado fue el mamposte, el ladrillo y sillares en las esquinas. Consta de cuatro plantas, a las que se accede mediante escaleras, y se cubre por bóvedas de crucería y rebajadas, estando la puerta exterior de acceso muy elevada sobre el nivel del suelo.
3.Edificios religiosos
-Convento de Loreto El convento de Loreto, situado cerca del núcleo poblacional de Espartinas, junto a la Hacienda que le dio su nombre, es un antiguo y rico edificio, habitado por una comunidad de padres franciscanos, cuya construcción corresponde a varias épocas y que ocupa una extensión considerable. Es muy visitado tanto por sus obras de arte como por albergar en su iglesia a la patrona del Aljarafe, la Virgen de Loreto. El conjunto consta de un recinto de entrada o compás, una iglesia, sacristía, dos claustros con galerías y espacios intermedios, que unen los núcleos principales. La mayor parte de las construcciones data del siglo XVIII, aunque se conservan núcleos anteriores, pertenecientes al momento de la fundación, en el XVI. Se accede al recinto a través de un pórtico fechado en 1727, que da paso al compás, en cuyo centro se halla un crucero, cuya base se encuentra adornada con azulejos de montería del XVIII. Frente a esta entrada se abren las puertas de la iglesia y del convento. El templo, construido entre 1716 y 1733 sobre proyecto de Diego Antonio Díaz, tiene planta de cruz latina y consta de una sola nave, que se cubre con bóveda de cañón con lunetos y media naranja en el crucero. El retablo mayor está fechado en el segundo tercio del XVIII y se compone de tres calles y numerosas hornacinas con esculturas, entre las que destacan los santos de la Orden, como Santa Clara o San Francisco . En la hornacina central figura un camarín de fecha posterior que alberga la pequeña imagen de la Virgen de Loreto, probablemente del XIV, aunque de la talla original sólo quedan el rostro, las manos y el Niño Jesús que lleva en los brazos, siendo el resto del siglo XVIII; aparece adornada con corona, ráfaga y peana de plata, del mismo siglo. Junto a la Virgen se encuentran dos pequeñas estatuíllas que representan dos esclavas liberadas de los sarracenos por la Virgen, según una antigua leyenda. En el presbiterio destacan dos lienzos: un Crucificado, de medio cuerpo, de la primera mitad del XVIII, y una pintura que representa el Triunfo de San Francisco, del mismo siglo. En el crucero existen dos retablos dieciochescos, uno dedicado a San Francisco y otro a San Diego de Alcalá, siendo ésta una magnífica escultura del XVI. En el muro izquierdo se halla un retablo que alberga una talla de San José, que algunos autores atribuyen a Duque Cornejo. Muy cerca se ubica un altar con la imagen de San Antonio de Padua, del XVIII. La iglesia antigua se encuentra detrás de la actual y constituye la sacristía. Fue construida en el XVI, y sólo resta de ella la capilla mayor. Se trata de una nave dividida en tres tramos, con bóveda decorada con frescos, situándose al fondo un gran retablo del XVII, destacando en el centro la imagen de Santa Ana y la Virgen, de tela encolada, entre otras esculturas del XVIII realizadas con la misma técnica. Figuran, además, una colección de relicarios que contienen restos de los primeros mártires cristianos en Japón. En la zona conventual destaca la celda que perteneció a San Francisco Solano, que estudió y cantó misa por primera vez en este monasterio. Conserva un bello Crucificado hispano-filipino, de marfil de la primera mitad del XVII, así como una representación de la Resurrección realizada en nácar. El convento cuenta con dos claustros, siendo el más antiguo el del Aljibe, llamado así por el pozo situado en su centro. Es del XVI, de traza mudéjar, aunque reformado en el XVIII, con dos pisos, con galerías formadas por arcos de medio punto peraltados y con alfiz que apean en pilares octogonales, apareciendo una bella decoración de yeserías barrocas en los ángulos. El otro patio es dieciochesco, de la época de la gran reconstrucción del convento. Tesoros del convento de Loreto. Son muchas las obras de arte que conserva este convento, llegando a tal punto su riqueza que incluso llama la atención la calidad y el trabajo de tallado de algunas de las puertas interiores de la iglesia y la sacristía, fechadas en el siglo XVIII.
Las esclavas liberadas por la Virgen Cuenta una antigua leyenda que la primitiva ermita fue fundada por dos jóvenes esclavas de los musulmanes en Marruecos, y que tras implorar su amparo a la Virgen, cayeron en un profundo sueño, durante el cual fueron transportadas volando hasta el lugar donde hoy se levanta el convento. Al despertar comprobaron que su ruego había sido escuchado y que se encontraban de nuevo en su tierra. En agradecimiento, decidieron levantar una ermita a la Virgen que, por encontrarse junto a la Hacienda de Valverde, hoy de Loreto, se llamó Nuestra Señora de Valverde, cambiando su advocación posteriormente por la actual.
-Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción Se trata de una iglesia de ascendencia mudéjar, pero probablemente edificada a mediados del XVII, a juzgar por las referencias de los libros parroquiales. El templo fue ampliado en 1726 por el arquitecto sevillano Diego Antonio Díaz, siendo modificado de nuevo cuarenta años más tarde por los maestros Francisco Romero y Pedro de Silva. Consta de tres naves, separadas por pilares que se unen por arcos de medio punto, estando todo decorado con yeserías barrocas. El retablo mayor, barroco, es obra de Luis de Vilches, quien lo terminó hacia 1732, aunque se le practicaron algunas reformas de estilo rococó y neogótico posteriormente. Destaca en el mismo una imagen del XVIII de la titular, patrona del municipio. Figuran en el retablo, además, las tallas de San José con el Niño y de San Antonio de Padua, así como un relieve del Padre Eterno en el ático. En la nave derecha se abre la capilla del Sagrario, con un camarín neogótico que alberga una imagen de vestir de la Virgen de los Dolores, obra del XIX. En otra parte aparece un Crucificado del XVIII, el Cristo de la Sangre, de tamaño algo mayor que el natural. En la misma nave se encuentra un interesante lienzo del XVII que representa el Juicio Final. En la nave opuesta, lo más destacado es una talla de Santa Bárbara, fechada en siglo XVIII, y que figura con su símbolo habitual, la torre, en la mano.