El máximo galardón honorífico de Islantilla Cinefórum reconoce su aportación a la industria.
Llegó. Vio. Y se enamoró. Y fue recíproco. Miguel Rellán, uno de los rostros más populares y queridos de nuestro cine, nuestro teatro y nuestra televisión, conoció Islantilla hace casi una década, cuando era apenas una niña que empezaba a dar sus primeros pasos.
Se prendó de su luz, de su forma de caminar, de su frescura y alegría de vivir, de su olor a hierba fresca y sal de mar. No sabía Miguel que con el paso de los años, esa niña se convertiría en la hermosa mujer que hoy le rinde sus encantos en un idilio que se materializa en el Premio Luis Ciges que el festival internacional de cortometrajes Islantilla Cinefórum le concede como galardón honorífico a toda su trayectoria profesional delante de las cámaras y encima de las tablas de los escenarios nacionales. Como dice Miguel, es un amor correspondido, y sin duda, a primera vista.
Miguel Rellán recibirá el Premio 'Luis Ciges' en el marco de la Ceremonia de Clausura de la tercera edición del festival internacional de cortometrajes bajo la luz de la luna Islantilla Cinefórum, que tendrá lugar el próximo sábado 28 de agosto a las 21:30 horas en los jardines del Club de Golf de Islantilla. En el transcurso de dicha cena de gala se entregarán también los Premios 'Luna de Islantilla' a las mejores obras concurrentes en el festival.
PREGUNTA: ¿Qué significa para Miguel Rellán ser Premio Luis Ciges? MIGUEL RELLÁN: Significa que hayan pensado en mí como merecedor de un premio que lleva el nombre de un gran actor, gran amigo y gran persona, un ser verdaderamente excepcional del que guardo un cariño enorme y un tierno recuerdo. Estoy muy agradecido porque Islantilla vincule mi nombre con el de una figura como la de Luis Ciges, a la que tengo un profundo respeto como compañero y como profesional.
PREGUNTA: Compartieron muchos momentos juntos trabajando delante de las cámaras... MIGUEL RELLÁN: No sabría precisar exactamente cuándo nos conocimos Luis y yo, ni en cuántas ocasiones coincidimos trabajando juntos. Lo que sí puedo decir es que desde el primer momento conectamos, hubo química, entendimiento entre los dos. Detrás de su aspecto aparentemente ausente, despistado, reposaba una mente tremendamente inteligente y culta. Era un hombre multidisciplinar, que devoraba todo libro que caía en sus manos, independientemente de su materia: psiquiatría, historia, derecho, Y eso se percibía fácilmente cuando mantenías una conversación con él.
PREGUNTA.: Volviendo a tu dilatada carrera, ¿qué personaje recuerdas con especial cariño? MIGUEL RELLÁN: Sin duda, y como casi todo en la vida, creo que aquellos que han supuesto un mayor reto, una mayor dificultad. Cuando el tiempo pasa, uno olvida la parte negativa de la vivencia y perdura sólo lo bueno, lo que has crecido con esa vivencia. En mi caso tengo un especial recuerdo de mi trabajo en la obra de teatro Amadeus, y en cine podría destacar la grata sensación que me evoca el rodaje de El juego más divertido de Emilio Martínez-Lázaro. Por lo demás, son tantos trabajos y tan dispares que a veces resulta difícil decantarse por uno. También es cierto que cuando te encuentras inmerso en un proyecto no siempre eres consciente del todo de la repercusión que va a tener en tu carrera. Un ejemplo es Amanece que no es poco (1988), de José Luis Cuerda, de cuyo rodaje recuerdo la sensación que teníamos de que nos iban a echar del país a todos, habiéndose convertido con los años en un filme de culto. Esta profesión tiene esas cosas.