Hace algo más de una semana , mi suegro José Antonio Casanueva, indignado por las palabras del diputado del PSOE Martin Soler, molesto por la presencia de victimas en el parlamento de Andalucía, emitió un comunicado a la prensa con toda su buena educación y sin faltar al respeto de nadie, pensando que recibiría una disculpa por la ofensa recibida.
Ah ¡ Antonio Casanueva, en qué mundo piensas que estás, Acaso piensas que la educación que recibiste la puede tener cualquiera . Antes se hablaba de señoritos Andaluces, no tedas cuenta quien ha cogido el relevo, quienes piensan que Andalucía es su cortijo, ese mismo que de vez en cuando viene el señorito y pasea con su coche oficial, por las calles peatonales y que cuando está fuera deja aquí su manigero, al cuidado. Las victimas molestamos con nuestra presencia ante la clase política del PSOE y sobre todo ante algunos más que otros, como al señor Martin Soler, somos el fiel reflejo de su incompetencia a la hora del trabajo por el ciudadano de la calle. De nosotros solo se espera que nos quedemos en casa llorando la pena, calladitos y viendo telenovelas y futbol y no pensemos en nada más, porque si vamos al parlamento molestamos y estamos dando un espectáculo. Mire usted señor Martin Soler este que escribe es Antonio del Castillo padre de Marta del Castillo, en su momento dejé que mi suegro le contestara a su insultantes palabras en público. Por el mero hecho de la edad que tiene, confiando que usted con un simple lo siento ó fue un error hubiese satisfecho el insulto ocasionado. Ahora le digo que iremos al parlamento siempre que podamos, que se abstenga de insultos a quienes vamos de simples oyentes, que no podemos responder a sus palabras, ni aplaudir las intervenciones de quienes son sensibles con nuestro dolor y que tenga usted respeto con las personas, sobre todo si son mayores, que sus comentarios ofensivos los deje para cuando está con sus amigos de taberna, que el parlamento por si todavía no lo sabe es para solucionar los problemas del pueblo, no para insultar a quienes le pagan un sueldo que en ocasiones no lo merece.