La actriz sevillana Paz Vega ha posado de lo más glamourosa para la revista «Vanity Fair».Le quedaba únicamente «una botella de vino, un paquete de pasta y 4.000 pesetas» pero aún así, Paz Vega resistió en Madrid esperando la oportunidad que más tarde le brindó la interpretación. Ahora, cinco años después de su primera incursión en las grandes pantallas Paz confiesa a «Vanity Fair» su continua lucha por labrarse un nombre en la industria de la meca del cine.
Su carrera ha estado llena de tropiezos desde que decidió abandonar nuestro país por Hollywood. Han pasado cuatro años desde que acudiera a la entrega de los Oscar del brazo de Morgan Freeman y uno del fracaso de «Spirit». Ahora ha estrenado «Triage», acaba de rodar una coproducción serboamericana y pronto se embarcará en un nuevo proyecto, con compañeros de reparto como Shannen Doherty, la Brenda de «Sensación de Vivir».
Cuando la preguntan si piensa en abandonar la batalla por conquistar la meca del cine, Paz responde que nunca se pone metas, una respuesta que pone de relieve la gran capacidad de lucha de esta sevillana cansada de que la comparen con la oscarizada Penélope Cruz. Pero aunque Hollywodd le encante para rodar, Paz Vega sueña con vivir en España. «Tengo muchísimas ganas de trabajar aquí y cada vez pasamos más tiempo en Madrid, porque quiero que mis hijos crezcan aquí». La actriz sevillana, felizmente casada con Orson Salazar, es madre de dos niños, el pequeño Orson de dos años y la recién nacidad Ava.
«Por Paz sería capaz hasta de lo incorrecto», reconoce Orson. Y tiene muy claro qué es lo que le hace estar tan enamorado de ella: «Sus principios, su naturalidad... y bueno, tiene un físico impresionante». Orson es, además, el mánager de Paz, y no se corta a la hora de definir los objetivos profesionales de su mujer: «Hacer películas con los mejores directores en cualquier lugar del mundo y participar en grandes superproducciones». Pero ella prefiere «esperar a que lleguen papeles interesantes» mientras disfruta de su familia en Madrid, ciudad en la que cada vez pasa más tiempo pues quiere que sus hijos «crezcan aquí», lejos de las relaciones «frías y distantes» típicas del glamour de Hollywood.