Ayer, 2 de noviembre se presentó en Madrid la novela de Antonio Rodríguez Almodóvar Si el corazón pensara, editada por Alianza. El autor sevillano, mayoritariamente conocido por su faceta de recopilador de cuentos populares, esta misma editorial acaba de poner en circulación una edición conmemorativa de los veinticinco años de los Cuentos al amor de la lumbre, regresa al terreno de la narrativa para adultos, terreno que ya ha pisado en obras como Variaciones para un saxo.
El argumento gira en torno a las desventuras de Currito Domínguez, quien vive con sus hermanas de las rentas familiares y de una tienda de ultramarinos beneficiaria del estraperlo. Llega a sus oídos que Rosa, la Culona, quien le enseñó las primeras letras, ejerce de prostituta. Curro no puede aceptarlo y decide redimirla, para lo que contará con un agente de la Guardia Civil a quien se encomienda investigar qué pasa en el prostíbulo. El agente elabora un informe detallado de las «actividades» y clientes que frecuentan la mancebía, que va pasando de mano en mano hasta llegar al gobernador civil. Las intenciones de Currito se verán trastocadas cuando dicho informe se mezcla con los expedientes destinados a su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia. Para el escritor, este aparentemente inocuo argumento esconde la tragedia que supusieron los años de la posguerra para muchos españoles en una obra que tiene mucho de ajuste de cuentas con este periodo.
El punto de inspiración de esta obra han sido sus recuerdos de infancia y concretamente Almodóvar, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil ha referido una anécdota en torno a un cargamento de patatas que envió el Gobierno de Harry Truman en esa fase de deshielo en las relaciones bilaterales de las dos naciones. Curiosamente, una partida recaló en su pueblo. Estos y otros recuerdos de infancia se van desplegando con maestría para armar una novela cuya pretensión inicial rondaba las 30 ó 40 páginas y ha acabado en cerca del medio millar. En ella hay sucesos reales e imaginados en una trama que hace suya esa máxima de que la realidad supera la ficción. Y como ocurre en estos casos, lo aparentemente inverosímil es lo que realmente ocurrió y viceversa.
José María Merino ha apadrinado la obra y se ha referido a ella como una novela de estilo cervantino, valleinclanesco, de escritura concisa, rica y precisa, de gusto irónico en momentos cercano a lo esperpéntico. En el fondo de ella laten la preocupaciones de una persona que ha ejercido la docencia durante años y observa como las nuevas generaciones pasan por las aulas sin llegar a conocer nada de aquella tragedia que asoló este país.