"No entra en mis planes volver a casarme. La convivencia es muy complicada. Al final, te acaba enervando todo". Eugenia Martínez de Irujo, la sexta y última hija de la duquesa de Alba, parece que lo tiene bastante claro. Se casó hace 10 años en Sevilla con Francisco Rivera, nieto del mítico diestro Antonio Ordóñez, en una ceremonia que reunió a 1.400 invitados y que se retransmitió por Televisión Española. La pequeña de los Alba no quiere volver a repetir esa experiencia. Quizás, porque la catapultó a las primeras páginas de la prensa rosa de este país y porque aquella historia de amor se truncó.
Eugenia habla con cautela. Mide sus palabras. Da la sensación de que se imagina el titular en prensa antes de cada una de sus afirmaciones. Enciende un cigarrillo y continúa "Estoy muy bien con mi hija, me llevo estupendamente con ella y de momento, no entra en mis planes casarme. Pero nunca se puede decir nada. Mucho antes conviviría que volverme a casar". Prosigue para desvelar que cuando tenía menos años, la obsesión de su madre era que pasara por el altar. "Ahora ya no", matiza. María Eugenia Brianda Timotea Cecilia, nombre completo de la última hija de Cayetana de Alba, Grande de España y duquesa de Montoro, afirma sentirse "muy bien, contenta y serena".
Hermética. Durante la entrevista, se producen muchos silencios. Cuando no quiere hablar de un tema, se queda callada y mira hacia abajo. Da la impresión de que se marcha a su propio mundo y regresa cuando le preguntas de nuevo. Genéricamente, hablamos del amor, porque si le pongo nombre y apellidos se queda sin palabras. "Hace mucho que dejé de pensar que el amor sería para siempre. De joven, sí lo creía: estaba segura de que estaría hasta viejecita con , pero ya no creo en eso para nada". Da otra calada al cigarrillo. Le preguntó qué es lo que mata la convivencia. "No lo sé", da como única respuesta. ¿La rutina? Vuelvo a preguntar. "Sí , son varias cosas". Cambio de tema.
-¿Ser niña de palacios, en plural, marcó tu infancia?
-De pequeña, todo lo que tú vivas diferente de otros niños, te marca. Eso es algo que siempre he llevado mal. Si iba al cine sola o con mi nani o con amigas, perfecto. Pero si iba con mi madre, que la conocía todo el mundo, lo pasaba fatal. Me hacía sentir diferente y eso me pesaba mucho. Lo positivo es que vives rodeada de arte y de cosas maravillosas que puedes disfrutar.
El cuadro que más le fascina de todos los que cuelgan en el Palacio de Liria y el Palacio de las Dueñas es uno de Goya. "El de la duquesa Cayetana. Me encanta. Me gusta más porque es un personaje histórico".
Romance histórico. Le pregunto si hubo amor entre Cayetana y el pintor aragonés. Se ha escrito mucho al respecto. "No hubo relación. Él estaba fascinado por ella, por el personaje. Insisto, relación no existió". Eugenia borra de un plumazo la literatura que generaron durante dos siglos los cuadros de las Majas -desnuda y vestida- del genial Goya, sobre su relación con la duquesa. El contemporáneo Picasso también quiso emular al de Fuendetodos y le propuso a la actual duquesa de Alba posar desnuda. "Ella estaba encantada. Fue mi padre quien se negó. En ese sentido, mi madre siempre ha sido más echada para adelante. Mi padre era más tradicional", rememora divertida.
-¿Posarías desnuda para Miquel Barceló, Saura, Ciria ?
-Lo pensaría No lo tengo claro.
Se echa a reír. Le inquiero por algún secreto de palacio o tradición familiar que se comente entre hermanos. "El único secreto que me ha transmitido mi madre es que pise Sevilla lo más posible. ¡Es broma! Supongo que cada uno hemos chupado aquello que nos ha interesado más. Por ejemplo, yo soy muy ordenada, como mi madre. Jacobo también ha ido por los derroteros de mi madre en cuanto al arte. Cayetano es muy deportista, como ella. Cada uno tenemos algo suyo".
Sobrevuela el nombre de la duquesa de Alba en toda la conversación. "Después de esta última etapa de mi madre, en la que lo hemos pasado tan mal, ahora llega el relax. La vemos mejor de salud y ella está mucho más contenta. Ya hemos pasado la mala racha, que ha sido larguísima. Hemos tenido todos mucha tensión". Una tensión incrementada por la noticia del amor de Cayetana por Alfonso Díez Carabantes, el hombre que ha confesado que se enamoró en secreto de ella hace más de 30 años. Sobre este tema, la duquesa de Montoro guarda silencio: uno vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Si es así, Eugenia no tiene precio. Ni valora, ni expresa un monosílabo. Nada.
La pequeña de los Alba sí pondera la independencia, incluso la rebeldía de Cayetana. "Mi madre se ha puesto el mundo por montera". Esa forma de ser ha hecho que discrepen en más de una ocasión. "Bueno, mi madre y yo hemos chocado bastante, pero es cierto que estamos unidas. La pena es que siempre está en Sevilla. Me paso los días yendo y viniendo. Me gustaría que estuviera un poco más en Madrid". Pero no hay manera. Cayetana va unas horas a la capital y enseguida regresa al sur. "Va más con su carácter. Le encanta el clima cálido, el flamenco, los toros La gente dice que es más alegre. Un poco de todo influye en que siempre quiera estar allí".
Sin embargo, si a Eugenia le dan a elegir, se iría a vivir a Barcelona. "Estuve a punto de hacerlo cuando viví en Sevilla y quise cambiar de escenario. Pero al final, pensé en mi hija Cayetana y que tuviera un poco más de núcleo familiar. Por eso, decidí venir a Madrid y que estudiara en el colegio de sus primos. Sin embargo, no descarto un día irme a vivir a Barcelona". Si cierra los ojos, piensa en Sevilla. Allí están sus primeros recuerdos -y eso que es madrileña- unidos a la Semana Santa y a la Feria de Abril. "Me encantaba. Cada vez que tenía que irme de allí, era un drama. De pequeña me lo pasaba muy bien. Tengo que reconocer que también en Madrid soy feliz".
En el ojo del huracán. Eugenia, que lleva el nombre por la reina Victoria Eugenia -"fue madrina de mi madre y la adoraba"-, dice sentirse orgullosa de su familia. "Todo tiene sus pros y sus contras. Tiene una parte muy molesta Me gustaría estar menos en el ojo del huracán. Soy tímida y me da mucha vergüenza que me vayan haciendo fotos por la calle. Lo paso mal. A eso, no ha contribuido sólo mi familia: mi boda con un torero yo creo que incrementó el interés".
-¿Quién ha sido el hombre que más ha influido en tu vida?
-No es por no contestarte, sino por la repercusión que puede tener
Nos deja colgados del misterio mientras sonríe de forma pícara. Desde niña ha estado rodeada de hombres. Cinco hermanos que la precedían, todos muy independientes. "Nunca hemos sido muy piña. Cada uno ha tirado para su lado. Según he ido cumpliendo años, los he conocido más. Al principio, eran unos extraños para mí por la diferencia de edad. La verdad es que hoy, los momentos que estamos juntos los disfruto muchísimo".
Igualmente, en su entorno más cercano hay más amistades: "Es cierto que tengo muchos amigos, pero cada vez estoy más convencida que hombres y mujeres son dos mundos aparte. Vemos de forma diferente las cosas. Me encanta hablar con mis amigos para que me aconsejen. Lo hago con naturalidad, me llevo muy bien con ellos".
Siempre ha habido tanto elemento masculino a su alrededor que, cuando se quedó embarazada -al año de estar casada con Fran Rivera-, pensó que traería al mundo a otro niño para la Casa de Alba. "Estaba convencida, hasta que di a luz y me dijeron que era una niña. Estaba encantada con la noticia, pero Fran se quedó media hora sin reaccionar. Le dije: 'Reacciona, que no pasa nada'".
Eugenia no era "demasiado niñera". Había tenido un escaso entrenamiento con sus sobrinos, "un ratito", hasta que llegó Cayetana: "Fue un sentimiento que me surgió al verla, que me resulta difícil describir. Ya no me importaba mi vida Desde ese momento, empecé a pensar en ella. Tuve a Tana y cambié totalmente". La niña, que cumplirá 10 años en octubre, tiene mezcla de los Alba y los Ordóñez: "Una mezcla explosiva. Es muy abierta, sociable -cosa que yo no-; muy echada para delante como mi madre; muy valiente -eso será por parte de Fran-, muy cariñosa y muy graciosa. He tenido mucha suerte".
Está convencida de que sea lo que sea de mayor, tirará para el arte: "Me sale artista seguro, porque le encanta cantar y bailar. En casa, siempre está haciendo coreografías". La duquesa, abuela de la niña, también le ha gustado mucho el baile: "Mi madre ha bailado hasta hace muy poco. Yo empecé con 3 años, pero hoy, en cambio, ya no hago nada. Eso no quita para que me guste el flamenco. Mi hija de todas formas es más de baile moderno, de Hannah Montana y esas cosas".
Afectos. Eugenia tiene patente que su hija está muy ligada a su padre. Por lo tanto, sus planes de vivir fuera de España tendrán que esperar. Fomenta que estén juntos para evitar esa carencia que ella tuvo de niña: su padre murió cuando Eugenia tenía 3 años. A pesar de su corta edad, guarda en la memoria algún recuerdo, pocos. "Hay dos o tres momentos que los tengo muy claros. ¡Parece que fue ayer! Me leía unos libros -que guardo como si fueran oro- mientras con una cuchara íbamos dando de comer a todos los personajes. Eran cinco cuentos. Tengo otro recuerdo de Marbella en un verano. Luego se fue a Houston para tratarse la enfermedad y murió allí. Me marcó su ausencia porque la figura del padre es importantísima. En cierta manera, es la persona que de niño te da la seguridad. Y yo la he echado en falta".
Cuando le menciono si Jesús Aguirre, el segundo marido de la duquesa, suplió esa carencia, no lo duda: "No, en absoluto. Nunca le vi como un padre". Fue su hermano Cayetano -cinco años mayor- quien adoptó el rol paterno con respecto a ella: "Cuando se enfadaba, me faltaba palacio para esconderme. Temía sus broncas. Se tomó muy a pecho que era su niña". Sus cuartos estaban pegados y la controlaba todo: "Las notas, si salía o no a la calle... Escapar del palacio era imposible. Alguna vez lo conseguí, pero te lo tenías que currar mucho".
Su lucha eterna ha sido ser como el resto de las personas de su edad. "Estás en el punto de mira por nacer donde has nacido. Eso conlleva que tienes siempre ciertas obligaciones que, a otra edad, no te apetecía tener. Siempre he pretendido hacer mi vida lo más normal posible. Creo que me he sabido rodear de buenos amigos. Me gusta reírme, hacer mis planes, mis proyectos y mis cosas. Sobre todo, pasar desapercibida".
Pretende que Tana, su hija, tenga más libertad que ella, que pueda viajar todo lo que ella no ha podido hacer. "He echado de menos estar uno o dos años en Inglaterra, pero mi madre no me dejó. No quería separarse de su niña. Creo que es bueno para saber valerte por ti misma, para conocer gente nueva. El año que viene quiero que vaya a Londres, costándome la vida porque estoy muy unida a ella. Ya he hablado con su padre y, a lo mejor, la mandamos allí varios veranos".
Amenaza materna. Eugenia es hija de la noble con más abolengo: 50 títulos, 18 de ellos como Grande de España. Siempre se ha dicho que en el cara a cara con la reina Isabel II de Inglaterra, ésta debería inclinarse ante ella (reverencia que no ocurrió hace años en su visita a Sevilla, ante la decepción de todos los que estábamos allí).
Lógicamente, la pequeña de los hijos de la duquesa la ve única y exclusivamente como madre: "No la veo como la duquesa con 1.000 títulos. Es más, yo no utilizo el mío [duquesa de Montoro]. Esto la enfada mucho porque es de otra época y antes tenía otro significado. Incluso, a veces, amenaza con quitármelo. Sinceramente, yo sería incapaz de llamar a ningún sitio y decir que soy la duquesa de tal o de cual No es algo que sirva para mucho. Es un título que me dejó porque era al que más cariño tenía".
La pequeña de la Casa de Alba habla de la personalidad que posee su madre. "Esa fortaleza y vitalidad que tiene para seguir haciendo su vida y las cosas que le gustan. Admiro también cómo ha sabido mantener su patrimonio y cómo lo tiene todo tan bien cuidado. Vas a cualquier casa y parece que estamos viviendo allí. Eso lo admiro mucho".
De todos sus hijos, quizás ella es la que mantiene una relación más estrecha con la duquesa de Alba. "Yo con ella he hablado con mucha naturalidad de cualquier tema. La verdad que para algunas cosas es muy moderna y para otras, muy antigua". Reconoce que por miedo a que trasciendan los temas "me he hecho más bien cerrada y no hago excesivas confidencias a nadie". También opina que su madre tiene la costumbre de decir "lo primero que le viene a la cabeza sin pensar en las consecuencias. Claro, los periodistas la adoráis porque da mucho juego. Pero el que está al otro lado ".
-Eugenia, ¿qué persona ha influido más en tu vida?
-Mi nani, Margarita. Me he criado con ella y siempre he estado a su lado. Cuando me tenía que regañar, lo hacía. Nos dio todo su cariño. Le debo muchas cosas y estoy muy agradecida. Mi hermano Fernando, que estuvo muy malito de pequeño, tiró para adelante gracias a ella.
-¿No estuvo tu madre tan cerca como querías?
-Mi madre viajaba mucho. Ahora se convive más con los hijos, pero antes te llevaban a saludar al invitado y para arriba otra vez. Los niños molestábamos. Era así, convivías con las tatas. Es cierto que al morir mi padre, yo estaba muy unida a mi madre. Pero se volvió a casar, siendo yo muy pequeña, y rehizo su vida.
Margarita ha sido "una segunda madre". Así lo siente Eugenia que se crió junto a su hija Margaret, que tenía síndrome de Down. "Vivíamos juntas y lo hacíamos todo juntas. Quizás por eso, sienta una especial ternura y cariño hacia ellos. Son niños maravillosos, con una memoria impresionante".
Quizás el espíritu solidario de Eugenia nace de ahí, de su infancia. Colabora con la Fundación Pequeño Deseo para que se hagan realidad los sueños de niños enfermos. Por aquello de que no se entere tu mano derecha de lo que hace tu mano izquierda, no quiere fotos, ni quiere ningún tipo de reconocimiento cuando está con ellos.
Muy comedida. Esta mujer menuda tiene las ideas muy claras. No hace aspavientos. No levanta la voz. Susurra, sonríe mucho y guarda celosa su intimidad Sueña con escapar. El próximo viaje que hará la llevará a la India. "Lo tengo pendiente desde hace tiempo. Viajar a Egipto también Hay muchos países a los que quiero ir".
Además de sus últimas visitas a África y Nueva York, ha conseguido inspirarse para diferentes colecciones de Tous, la firma para la que trabaja desde hace 13 años. Ya bulle en su mente la del año 2010: "La tengo en la cabeza. Primero surge la idea, después la dibujo y así va saliendo todo. Parece un proceso mágico, porque al final lo ves hecho realidad y puedes incluso tocar aquello que pensaste: collares, sortijas, pulseras, pendientes Es un trabajo precioso".
La única hija de la duquesa de Alba ha luchado para que los flashes no la persiguieran en todos los momentos de su vida. A veces, incluso, se las ha ingeniado para esquivar a los foteros : "Alguna vez me he puesto peluca y he pasado cerca de los paparazzi y no me han reconocido ni los del Tomate. Lo hice en plan de risas. Una anécdota".
-En este momento de tu vida, ¿te quieres, te asumes?
-Yo no me he querido nunca. Eso no quiere decir que no me quiera superar. Es verdad que ahora estoy contenta con mi vida y no tengo queja de nada. He alcanzado cierta serenidad.
Eugenia se ha instalado en la misma talla desde hace años. "Me cuido mucho y he logrado estar en el peso que quiero. Me resulta muy laborioso porque me gusta comer. Intento que sea sano y combinarlo con gimnasia. Por norma general, tengo mucha disciplina. Ni dulces, ni pasta". De vez en cuando, se da algún homenaje y siempre de lo mismo: "De jamón. Me apasiona. De eso, me forro. También el pan tumaca. No puedo pasar sin pan o sin tostadas". En los fogones, tiene dos especialidades: la tarta de chocolate y el solomillo al horno.
En el vestir, y acorde con su personalidad, Roberto Torretta es quien mejor la entiende. "Me gusta ir cómoda. No llevo cosas ostentosas. Prefiero las líneas simples, estrechitas y pequeñas. Creo que también es sexy". Su pasión, navegar. Es más de mar que de montaña. Carga pilas en la proa de un barco tomando el sol. "La hípica y esquiar en la nieve también me gustan desde muy pequeña".
Felipe y Gallardón. Guarda silencio cuando hablamos del romance de su madre. Y silencio al mencionarle a Gonzalo Miró. Sólo una frase: "No voy a decir nada". Hermetismo total. Muchos años expuesta a que se airee su corazón en la prensa. "Demasiadas intimidades que todo el mundo sabe. Eso cuesta mucho aceptarlo". El último verano en Marbella cogió un bote de pintura y escribió en su puerta: "Dos días libres, por favor. Tuvo gracia porque me los respetaron y todos los que pasaban por allí se hacían fotos junto al cartel".
Eugenia Martínez de Irujo confiesa tener "un toque de soñadora. Sueño mucho despierta". En su diplomacia heredada, dice haber quedado impactada por dos personalidades muy diferentes: "Felipe González y Alberto Ruiz-Gallardón". Aunque le ronda la idea de irse a vivir a Londres, la única hija de la duquesa más mediática de España, en su lucha titánica por vivir con normalidad, tiene una obsesión: "Salud. Sólo pido salud para los míos". Coge un cigarrillo y comienza la sesión de fotos. Descubrimos que Eugenia no sólo tiene carácter y una lucha constante consigo misma. También unas bellas piernas y un tatuaje de una media luna en el empeine del pie izquierdo del que sólo ella sabe el secreto.