El director del Departamento de Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Córdoba, Rafael Moreno, ha asegurado hoy que se están estudiando los efectos beneficiosos y positivos del consumo moderado de vino como colaborador en la respuesta inmune en el tratamiento contra el SIDA.
Moreno ha realizado estas declaraciones en el transcurso del simposio Gastronomía, Turismo y Salud, que organiza el Centro Cultural Olavide en Carmona junto a la Escuela de Hostelería de Sevilla y el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Estepa, entre otras entidades, en el que ha participado en la conferencia Vino y salud.
El experto ha afirmado que el consumo de una o dos copas de vino diarias tiene un efecto favorable para el organismo, más que la abstinencia. Así, ha señalado que las sociedades consumidoras de vino padecen menos cáncer, sufren un riesgo menor de sufrir accidentes cardiovasculares y tienen menos tasas de demencia senil.
Generalmente, numerosos estudios realizados desde 1990 sugieren que un consumo moderado de vino está asociado con una disminución de un 30 a un 40 por ciento en el riesgo de sufrir enfermedades coronarias.
Asimismo, ha recordado que el vino, tradicionalmente, es un elemento más de la dieta mediterránea, por tanto, es un alimento promotor de la salud: Desde el siglo VI antes de Cristo, se tiene constancia escrita, a través de Hipócrates, de la relación entre el vino y la salud.
De esta manera, el consumo moderado de vino es un factor cultural presente en un gran número de sociedades, es todo un estilo de vida unido a una dieta alimentaria rica y variada que conviene tener en cuenta. Un estilo de vida que, como Moreno ha sugerido, podría ser el origen de las mayores longevidades constatadas en los países en los que el consumo de vino durante las comidas es destacable y, más particularmente, en los países mediterráneos.