No fue precisamente el partido soñado ante los 16.618 espectadores que poblaron las gradas del Assembly Hall en Champaigne. Su padre, se lo perdió, seguramente porque sabía que Juanita, su ex mujer que le pide más de 150 millones de dólares por el divorcio, iba a estar en las gradas. Apenas jugó tres minutos en la segunda parte y pagó la novatada propia de un freshman (jugador de primer año). La gran pregunta es si también penetra hacia canasta haciendo burla.
Podríamos escribir un tratado sobre 'los hijos de' y casi siempre las comparaciones son odiosas. Acuérdense de David Brabender, base discreto que pasó por equipos como Fuenlabrada o Gran Canaria y nunca pudo quitarse el lastre de la leyenda de Wayne, uno de los precursores del baloncesto en nuestro país bajo el ala sabionda de Díaz Miguel. Tirador excelso, Wayne Brabender fue, junto con Clifford Luyk, el primer extranjero nacionalizado de nuestro básket y realizó diabluras en la cancha, incluida la famosa victoria ante la URSS en las semifinales del Eurobasket de 1973, cuando las diferencias eran abismales.
Qué decir de Andrea Meneghin. Hijo del mítico Dino Meneghin, se formó en la cantera del Pallacanestro Varese, debutando en 1990 en el equipo que también vio brillar a su padre dos décadas atrás. Era un escolta de 2 metros, que incluso podía jugar de base dado su buen manejo de balón. 1999 fue su gran año. En compañía de otros jugadores, como el puertorriqueño Daniel Santiago o sus compatriotas Giacomo Galanda y Gianmarco Pozzecco, llevó al Pallacanestro Varese a ganar la LEGA (Liga italiana), algo que no sucedía desde 1978. Además, para redondear el año, ganaría con la selección italiana el oro en el Eurobasket 99, venciendo a España en la final. En el año 2000 fichó por el Fortitudo Bolonia, donde jugaría dos años. No tuvo mucha suerte y en 2002 volvió a Varese, donde problemas con las lesiones llevaron a retirarle prematuramente en 2005. En la actualidad, es entrenador asistente del Pallacanestro Varese.
Gonzalo Martínez en el Estudiantes sigue dando guerra, equipo donde milita el hijo de otro histórico, José Manuel Beirán, que formó parte de la selección de plata de Los Ángeles. Beirán júnior pinta bien y es de los pocos casos en los que el alumno superará seguro al maestro. El que lo tiene crudísimo es Jan Martin, vástago del añorado Fernando Martín. Se encuentra actualmente en el filial del Real Madrid y va convocado con el primer equipo (¿será porque su tío Antonio es el director deportivo de la sección de básket blanca?), pero le queda mucho por mejorar si quiere acercarse a la mitad de lo que fue su padre, al igual que el primogénito de Arvydas Sabonis, un rubio barrilloso que milita actualmente en las filas del Unicaja de Málaga.
Es la crueldad de tener un padre mítico. Pasa en otros ámbitos de la vida, como el hijo de Raphael, que tiene un grupito del que nadie recuerda su nombre, o Paquirrín, quizá el caso más paradigmático. Y pasará con Jeffrey Jordan, que soñará con meter canastas imposibles sobre la bocina y con ser tan determinante que hasta tus propios compañeros parecen mejores de lo que son en realidad. Que se lo pregunten a Buchler, BJ Armstrong o a Bill Cartwright. No sé si algún día el hijo de Larry Bird dírá sobre Jeff: "Hoy Dios se ha vestido de Jordan". Que vaya rezando.
Otra reflexión que me invade al contemplar a Jeff Jordan es que el tiempo pasa inexorablemente y que nos estamos haciendo viejos poco a poco. Parece que fue hace dos días cuando Mike sentenció a Malone y Stockton con la mejor jugada de su dorada carrera y ya está en la cancha el mocoso Jordan. Cómo hemos cambiado...