No supone ninguna novedad en el discurso de la temporada ahondar en el sobrepeso tanto cualitativo como cuantitativo que tiene en la fisonomía del Caja la batería de jugadores exteriores en relación al que ostenta su cuarteto de hombres altos, singular póquer en cuanto a su configuración por la ausencia de un cuatro específico, y sin ninguna duda un fiasco en cuanto a regularidad en el rendimiento porque tras 21 jornadas apenas puede destacarse, como nota positiva, las buenas hechuras de Betts en el poste bajo. Y hasta el británico tiene días malos, como le sucedió frente al Gran Canaria el pasado domingo. No estuvo nada acertado las pocas veces que rodeó y superó a su par, y como a su discreta actuación se unió otra guadianesca de Kakiouzis (y van...), la responsabilidad del juego interior quedó en manos de Bueno, ya que a De Miguel, un especialista defensivo, lo utilizó Comas sólo durante cuatro minutos el día que Savané y cía se empacharon de puntos y rebotes.
El destino del Cajasol en el partido quedó así fiado a la excelencia en el lanzamiento de sus tiradores (Ellis ya es el segundo triplista de la Liga), cualidad que acentúa la descompensación en el juego del equipo, siendo ésta, qué duda cabe, la principal falla del Cajasol, un problema al que sólo la búsqueda en el mercado de un ala- pívot que se atornille en la pintura podría dar solución.
Pero hasta que esto se produzca, habrá que seguir acostumbrándose, si Comas y sus chicos no lo subsanan, a choques como el escenificado ante el Gran Canaria, imposible de solventar con victoria, no ya sólo por los 98 puntos encajados, sino porque el Caja sólo pudo convertir en canasta de dos puntos 16 lanzamientos de 45, una nimiedad que se tradujo en un paupérrimo 36 por ciento, muy por debajo del 60 rubricado en triples, fruto de una relación más compensada: 15/25.
El Caja, pues, sólo sumó un enceste más de dos que de tres, un reparto hasta cierto punto antinatural en baloncesto que está trocando en costumbre, y que ya casi ni sorprende si el dato expuesto se coteja con el obtenido en Fuenlabrada en la última jornada antes de la Copa del Rey, tercera de Manel Comas al frente de la plantilla.
Pero hasta que esto se produzca, habrá que seguir acostumbrándose, si Comas y sus chicos no lo subsanan, a choques como el escenificado ante el Gran Canaria, imposible de solventar con victoria, no ya sólo por los 98 puntos encajados, sino porque el Caja sólo pudo convertir en canasta de dos puntos 16 lanzamientos de 45, una nimiedad que se tradujo en un paupérrimo 36 por ciento, muy por debajo del 60 rubricado en triples, fruto de una relación más compensada: 15/25.
El Caja, pues, sólo sumó un enceste más de dos que de tres, un reparto hasta cierto punto antinatural en baloncesto que está trocando en costumbre, y que ya casi ni sorprende si el dato expuesto se coteja con el obtenido en Fuenlabrada en la última jornada antes de la Copa del Rey, tercera de Manel Comas al frente de la plantilla.
Pero hasta que esto se produzca, habrá que seguir acostumbrándose, si Comas y sus chicos no lo subsanan, a choques como el escenificado ante el Gran Canaria, imposible de solventar con victoria, no ya sólo por los 98 puntos encajados, sino porque el Caja sólo pudo convertir en canasta de dos puntos 16 lanzamientos de 45, una nimiedad que se tradujo en un paupérrimo 36 por ciento, muy por debajo del 60 rubricado en triples, fruto de una relación más compensada: 15/25.
El Caja, pues, sólo sumó un enceste más de dos que de tres, un reparto hasta cierto punto antinatural en baloncesto que está trocando en costumbre, y que ya casi ni sorprende si el dato expuesto se coteja con el obtenido en Fuenlabrada en la última jornada antes de la Copa del Rey, tercera de Manel Comas al frente de la plantilla.
Pero hasta que esto se produzca, habrá que seguir acostumbrándose, si Comas y sus chicos no lo subsanan, a choques como el escenificado ante el Gran Canaria, imposible de solventar con victoria, no ya sólo por los 98 puntos encajados, sino porque el Caja sólo pudo convertir en canasta de dos puntos 16 lanzamientos de 45, una nimiedad que se tradujo en un paupérrimo 36 por ciento, muy por debajo del 60 rubricado en triples, fruto de una relación más compensada: 15/25.
El Caja, pues, sólo sumó un enceste más de dos que de tres, un reparto hasta cierto punto antinatural en baloncesto que está trocando en costumbre, y que ya casi ni sorprende si el dato expuesto se coteja con el obtenido en Fuenlabrada en la última jornada antes de la Copa del Rey, tercera de Manel Comas al frente de la plantilla.