Los de Juande no hicieron un mal partido. Dispusieron de grandes ocasiones, pero no tuvieron 'punch'. El Lille marcó con un gol olímpico, tras una falta de entendimiento entre Dragutinovic y Notario. El Sevilla mereció más pero la falta de tino le privó de un buen resultado.
Decía Juande Ramos en la previa del choque que los suyos sacarían algo positivo de tierras galas siempre y cuando supieran aprovechar las pocas oportunidades arriba que les brindara el Lille. Acertó a medias el técnico. Los nervionenses generaron grandes ocasiones de gol y muchas, sobre todo, muchas. En cambio, no las materializaron y como vaticinó el entrenador manchego acabaron pereciendo ante un Lille que ni mucho menos fue superior, pero que en el minuto 25 se encontró con un gol, merced a una falta de entendimiento entre Notario y Dragutinovic, y a partir de ahí supo dominar la situación. Un empate hubiera sido lo realmente justo, aunque el la ley del fútbol es de sobra conocida: si no matas, te matan.
Juande jugó al despiste durante toda la semana. No avanzó pistas sobre el posible once titular. Y claro está, hubo sorpresas. A pesar de que todas las quinielas apuntaban a que la pareja atacante iba a estar formada por Saviola y Kanouté, finalmente el argentino no salió a escena en detrimento de Luis Fabiano. Javi Navarro y Pep Martí fueron las otras novedades con respecto al choque del domingo.
El partido comenzó con un ritmo frenético. Los primeros compases eran de poder a poder. Se llegaba con peligro a las áreas rivales. La primera gran oportunidad la tuvo Kanouté en el minuto 6, cuando se quedó totalmente sólo tras un cabeceo de Luis Fabiano. El malí esperó demasiado y acabó escorándose en exceso hacia la derecha, ganándole la partida el meta Sylva. Seis minutos más tarde de nuevo el Sevilla golpeó sin suerte. Luis Fabiano por el centro abrió a la derecha y Kanouté, yéndose por velocidad, soltó un disparo demasiado forzado fuera.
Pero el Lille también daba lo suyo. Concretamente, Moussilou. El rápido y fuerte delantero a punto estuvo de liarla cuando el reloj rozaba el primer cuarto de hora de partido. Le ganó la partida a Notario en un balón muerto, picándole el esférico desde el costado izquierdo del área chica. El cuero fue a palar al palo izquierdo de Notario.
La pelea seguía viva y estaba claro que al final los ganchos de ambos equipos tenían que impactar en el rival. Otra vez Kanouté en el minuto 20 rozaba el tanto. Jesús Navas la metió en profundidad a la derecha. Allí Martí condujo el esférico al área y la puso al centro de la misma, donde apareció el delantero malí que en inmejorable posición conectó un remate demasiado inocente, que Sylva blocó sin problemas.
Y el golpe acabó llegando, como era de esperar. Cayó del lado del equipo que quizás menos lo merecía. El fútbol es así, ya saben. Minuto 24. Dernis botó un córner. El balón iba al primer palo. Dragutinovic y Notario no se entendieron y el cuero acabó en el fondo de la red. Resultado: gol olímpico y auténtico jarro de agua fría para un Sevilla que hasta ese momento había hecho igual o más que el rival.
No obstante, los de Juande no agacharon la cabeza. Ni mucho menos. El partido siguió con la misma tónica. De hecho, inmediatamente después de encajar el tanto, Luis Fabiano, tras una rapidísima contra, se quedó sólo ante Sylva. Su disparo cruzado desde la derecha al segundo palo, lo desvió el meta del Lille con una gran estirada. Siguieron intentándolo los de Juande y a siete minutos del descanso fue Luis Fabiano el que metió desde la derecha un centro con veneno incluido al corazón del área, que Kanouté no acertó a rematar.
El partido estaba bonito y no sólo el Sevilla atacaba. El Lille también soltaba algún que otro demarraje. Otra vez a balón parado desde la izquierda, en línea de fondo, en un semi córner. Otra vez Dernis. El galo la puso dentro y Moussilou remató a gol sacando bajo palos un Kanouté providencial, cuando Notario estaba totalmente batido.
Esa fue la última gran ocasión de un primer periodo que no había impartido demasiada justicia. El Sevilla lo hizo todo pero le faltó lo fundamental: gol. En busca de eso salió en la segunda mitad. En el 53 Kanouté de nuevo pudo marcar. El malí envió a las nubes un rechace que le quedó dentro del área, tras un córner botado por Martí. El deseado tanto no llegaba y Juande optó por mover el banquillo con diez minutos disputados desde la reanudación. Saviola sustituyó a Luis Fabiano.
Definitivamente el Sevilla se echó arriba a por el partido. Sin embargo, no era fácil. El Lille daba la pelota a los nervionenses y ponía a una línea de cinco hombres en el centro del campo que neutralizaba casi siempre el juego de los hispalenses con una presión afixiante. Los franceses mordían en la medular y el Sevilla se mostraba incapaz de conectar ataques positivos salvo un buen tiro de Martí desde la derecha y una contra de Saviola que el argentino no resolvió bien. A pesar del agobio local, llegaron más oportunidades. Fue Saviola el que iba a tener la próxima. Desde la derecha Daniel se la puso al pibito, que totalmente sólo dentro del área, se hizo un lío, tardó un mundo en rematar y su disparo fue desviado por un defensa. Otra gran ocasión que se iba al traste. La cosa era preocupante. El Lille era un muro y cuando dejaba alguna grieta los hispalenses se mostraban incapaces de marcar.
En el tramo final del choque el Sevilla bajó el nivel. El cansancio se notaba en las piernas y casi no hubo peligro en ninguna de las dos áreas. Fue un final amargo para un Sevilla que mereció más, mucho más, pero que arriba no supo materializar las muchas opciones de las que dispuso. Una lástima, más si cabe con un equipo que no da concesiones y se mueve como pez en el agua con una eliminatoria a su favor. Lo único positivo es que la vuelta será en casa, con la afición, y que el Sevilla dejó claro en el Lille Metropole que si los delanteros tienen su día, la historia puede ser muy diferente. De haber estado finos los hombres de arriba, seguro que no hablábamos de derrota. No lo estuvieron y entonces, como anunció Juande, sólo queda soportar eso, la derrota.