Mairena del Aljarafe.- 2 de Octubre de 2.005.-
José Joaquín Gallardo Rodríguez.-
XX PREGÓN de Nuestra Señora del ROSARIO
Sr. Hermano Mayor y miembros de la Junta de Gobierno
de la Muy Antigua, Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradia de Nuestra Señora del Rosario.
Excmo. Sr. Alcalde de Mairena del Aljarafe.
Reverendo Sr. Cura Párroco de San Ildefonso.
Sr. Hermano Mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de las Mercedes.
Sr. Hermano Mayor de la Hermandad del Rocio de esta Villa.
Sr. Don Julio Coca.
Hermanos en el Señor y en la devoción mariana.
Amigos todos:
Llegaron las tan ansiadas vísperas, cargadas como siempre de nostalgias y repletas de expectación. Llega un nuevo Octubre, en el que cada uno de los rosarios nos irá acercando más y más a Ella.
Novena de la Virgen en la Parroquia de siempre, en Mairena. Reencuentro al anochecer con nuestras más profundas creencias, entre Cuentas de esperanzas y sentimientos.
Dios te salve, Rosario, llena eres de Gracia.
El Señor está contigo.
Año tras año, generación tras generación, la misma oración encadenada con los sagrados misterios de nuestra fé. Cambia la vida, cambian las cosas, cambiamos nosotros. Sólo lo esencial e inalterable permanece tras el paso de las décadas, los siglos y las generaciones. Tras los días y los meses, siempre vuelve Octubre. Parroquia de Mairena. Cal blanca en las paredes. Como siempre, noche de novena a la Virgen del Rosario.
Bendita tu eres entre todas las mujeres
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Es la oración más bella y profunda. También la más sencilla.
Sublíme belleza para la sencillez de María, que precisamente por ser humilde, por ser Esclava del Señor, fue Madre de Dios y es Señora de los rosarieros, que expectantes le decimos:
Dios te salve, Reina del Rosario.
Porque el Señor está contigo,
Llena eres de Gracia entre nosotros.
Mairena siempre te espera.
Dios te salve, Señora del Rosario,
Consuelo en las aflicciones,
Brisa suave de amor,
Balsamo de tantas penas.
Dios te salve, Madre del Rosario,
Señora y Abogada nuestra,
Memoria de los que se fueron,
Esperanza para quienes llegan.
Dios te salve, Virgen del Rosario,
Bendita siempre Tú seas.
Que generación tras generación,
Mairena siempre te espera.
Muchísimas gracias, Sr. Hermano Mayor y miembros de la Junta de Gobierno de esta querida Hermandad, por concederme el alto honor de intervenir en este solemne y entrañable acto de Exaltación del Santo Rosario, que es pública proclamación de Fe, desde esa común devoción mariana que nos vincula con lazos de fraternidad.
Mil Gracias, querido Julio Coca, mi entrañable amigo y compañero de profesión, por esas cariñosas palabras de presentación, tan bellas como excesivas en los elógios a mi persona. Son los riesgos de la amistad.
Entre las muchas cosas que nos unen, querido Julio, destaca ese intenso gozo que embarga nuestras almas, la tuya y la mía, cuantas veces la llamámos Abogada Nuestra.
Como bien has dicho, aquí y hoy mis credenciales son tan simples como importantes: Mis raices están en Mairena. Y yo también soy rosariero.
Mi familia paterna es y está en este bellísimo enclave del Aljarafe que, por la calidad humana de sus buenas gentes, siempre ha sido un gran pueblo. La grandeza de una población siempre fluye del talante y la idiosincracia de quienes la habitan, sea cual sea su número.
Aquel pueblo pequeño y familiar que yo conocí, - - en mi infancia y juventud- - es hoy uno de los más importantes núcleos poblacionales sevillanos. Pero, gracias a Dios, Mairena sigue siendo, en todos los sentidos, el gran pueblo que siempre fue, aunque sea también una gran ciudad.
Aquí nació mi difunto padre, Francisco, que presumía por ser de Mairena. Hasta su último día, siempre llevó consigo una deteriorada estampa de Nuestra Señora del Rosario, su gran devoción. En el doloroso instante último de la despedida, mi madre colocó entre sus manos aquella su antigua fotografía de siempre. La Virgen del Rosario quedaba con él eternamente.
¿Quién y cuando le habría dado aquella amarillenta estampà?. Quizás su madre, Mercedes, cuando él era sólo un niño. Quizás su Tío Joaquín, al que siempre tanto había admirado. Tal vez alguna de sus queridas hermanas, Dolores y Manuela. Quizás alguna buena mujer vestida de negro, de las que recuerdo en la Iglesia cerca de la Bendita Imagen de la Virgen del Rosario, cuando yo era un niño y él nos traia a ver a la Señora. Ya nunca lo podré saber.
Sí se que se le transformaba el semblante al mirar aquella pequeña y antigua fotografía. Sus ojos se iluminaban de una manera muy especial. Ojos emociados, suplicantes y enamorados de un buen hijo, que desde la fe hablaba con su Madre, Esa que para él siempre estuvo en el Cielo y en Mairena.
Rosarieros habían sido mis abuelos y lo fueron mis tías. Naturalmente, también lo son todos mis primos.
Lógico es que a mí Mairena del Aljarafe me produzca un enorme respeto y que la advocación de Nuestra Señora del Rosario me llene de profundas emociones. Aquí están mis raices. Por eso, por eso yo también soy rosariero.
Pero esas vivencias tan personalísimas nunca son sólo recuerdos o emociones. Siempre son algo muchísimo más trascendente e importante. Reflejan las creencias vitales que afortunadamente nos legaron nuestros mayores.
Cierto es que somos consecuencia de nuestra propia trayectoria vital y familiar en este mundo.
Pero, en buena medida, somos también consecuencia de la identidad colectiva de nuestro entorno: de la historia de nuestro pueblo, de nuestra Villa, de nuestra ciudad.
Somos un eslabon más en el devenir de las sucesivas generaciones y estamos moralmente obligados a transmitir a quienes nos siguen lo mejor de cuanto hemos heredado.
Por eso son sabios los pueblos que saben conservar y acrecentar sus más firmes creencias colectivas.
Bienaventurados los pueblos que logran transmitir la fe y sus seculares devociones religiosas.
Mairena es tierra sabia, curtida en una larga historia de identidad colectiva y en la sabiduría popular de muchas generaciones. Sencillez, laboriosidad, sensatez, inteligencia, honradez .. Calidad humana de las buenas gentes de Mairena.
Aquí siempre se ha sabido que ese es, sin duda, el más valioso de cuantos patrimonios pueda atesorar una colectividad.
Por ello, desde hace siglos, el pueblo consagró esta tierra a María Santísima.
Porque aquí sabeis encontrar en Ella la proximidad amorosa de la Madre, que siempre nos acerca a Dios e intercede por nosotros.
Porque aquí sabeis, desde hace siglos, que es Ella quien nos muestra a Jesús, fruto bendito de su vientre, hecho Niño Divino en las manos primorosas de Nuestra Señora del Rosario.
Porque aquí sabeis, desde hace siglos, que es Ella quien reparte sus Mercedes por Mairena.
Bienaventurada tierra ésta, Mairena, que engarza sus plegarias en las cuentas del Rosario, sabiendo que acabarán convirtiendose en Mercedes.
Bienaventurada tierra ésta, Villa doblemente mariana, que se acerca a los Misterios de Dios y de la vida a través de quien es Señora del Santo Rosario y también Reina de todas las Mercedes.
Bienaventurada tierra ésta que venera a la Santísima Virgen con filial apasionamiento y que cada otoño proclama en las calles, doblemente y con intenso gozo, su eterno e incondicional amor a Ella.
Bendita seas por siempre, Mairena,
tierra que amándola esperas.
Siempre entre dos devociones,
Mercedaria y Rosariera.
Benditos quienes se fueron,
dejándonos su amor a Ella.
Benditos sean tus niños,
que aprendieron a Quererla.
Benditas sean tus gentes,
buenas gentes de Mairena.
Siempre entre dos devociones,
Mercedaria y Rosariera.
El Santo Rosario es, ciertamente, el mejor compendio de nuestra Fe hecho oración.
Bellísima plegaria mariana, trinitaria y evangélica, con la que saludamos a María al igual que lo hiciese el Angel, glorificamos a Dios - - - Padre, Hijo y Espíritu Santo- - - y ratificamos nuestra fe en los Sagrados Misterios.
No existe ninguna otra oración más completa, intensa y bella, que esa dulce cadencia de Ave Marias entre Misterios de dolor, gozo, luminosidad y gloria.
Misterios de nuestra fé, que son también los misterios de nuestras propias vidas. Misterios de la Redención y de la vida eterna prometida. Manantiales de los que fluye la auténtica Esperanza del cristiano.
Nuestras creencias se fundamentan en que Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, Hijo del Padre, Hijo de María, murió en la cruz para redimirnos del pecado y de la muerte.
Y sabemos que al tercer día resucitó, convirtiendo así el dolor en gloria, las tinieblas en luminosidad y toda la oscuridad de la muerte en promesa de vida eterna.
Misterio central de nuestra Fé, en el que Dios quiso que la Virgen fuese coredentora. Misterio supremo de Amor en la Cruz. Y en ese Misterio, la Madre Dolorosa.
¿Quién mejor que Ella podrá entender nuestro dolor y zozobra en tantos y tantos momentos dificiles como nos depara la vida?.
Por eso María es siempre el mejor Refugio y el mayor Consuelo en nuestras angustias y aflicciones. Misterios Dolorosos del Santísimo Rosario, que sólo Ella transforma en Misterios de Gloria y Esperanza.
¡ Claro que le llamamos Rosario a la Madre Dolorosa del Monte- Sión, cada tarde luminosa de Jueves Santo, en ese singular y bellísimo paso de palio ¡.
¡ Cómo suena a gloria rosariera ese excelso repique de varales de plata y rosarios por las calles de Sevilla ¡.
¡ Claro que sólo cuando Ella vuelva a su capilla, en los primeros momentos de la Santa Madrugada, sólo entonces podrá aparecer la Esperanza, - - a la que llaman Macarena- - , por aquella misma calle Feria !.
¡ Claro, claro que sólo despues del Rosario, llega siempre la Esperanza. ¡.
Por eso la busco todas las tardes de Jueves Santo. Y cuando la encuentro, - - en cualquier calle, en cualquier esquina, en cualquier plaza- - , siempre coincido en torno a su paso con algun rosariero o rosariera de Mairena que, al igual que yo- , reza con profunda emoción y devoción, ante el gozoso reqique de los rosarios de Montesión.
Repique anticipado de rosarios, anunciandonos que, cuando todo esté consumado, llegará la Gloria eterna de la Resurección.
Fue mi padre, el hijo de Mercedes y de la Virgen del Rosario, quien me enseñó a buscarla esa tarde eucarística.
Para él, - - rosariero de Mairena- - , era cita obligada e irrenunciable buscar con sus hijos, cada Jueves Santo, a la Virgen del Rosario. Por la Europa, la Alameda, la Calle Trajano . Al verla se emocionaba y hasta se le encapaban algunas lágrimas. Nos dejaba así, en silencio, la gran lección de su amor a la Señora del Rosario, como él la llamaba.
Misterios de fe y amor sabiamente transmitidos. Sólo en la Fé encontraremos justificación a nuestras vidas y sólo en ella hallaremos la verdadera Esperanza.
Misterios de Fe, siempre engarzados en las cuentas marianas, dolorosas y gloriosas, del Santísimo Rosario.
Por eso tampoco es casual que esa Esperanza esté todo el año junto a la Virgen del Rosario, allá en la Basílica macarena, compartiendo Hermandad y devociones.
¡ Claro que, en Sevilla y en Mairena, sólo despues de la Virgen del Rosario, llega siempre la Esperanza. ¡.
Qué béndito y valiosísimo patrimonio espiritual el que atesorais en esta Villa, siempre doblemente mariana.
Rosario y Mercedes, la misma Madre, repartiendose desde hace cientos de años las casas y los corazones de Mairena.
Mercedes y Rosario, un mismo Amor, compartido desde siempre entre esas bellísimas advocaciones.
Rosario y Mercedes, dos grandes Hermandades, fraternalmente hermanadas en la historia de Mairena.
Y a veces, las advocaciones unidas en una familia.
Mirad: este año, la Bendita Imagen de la Virgen del Rosario estrenará en su novena una preciosa saya blanca, y el Niño un trajecito, con igual primoroso bordado.
Son el regalo a la Madre del Rosario de un hermano de las Virgen de las Mercedes, Manuel, que ha querido honrar así la memoria de su madre Rosario y su hermana Dolores, dos buenas rosarieras ya fallecidas. El ha querido que su otra Madre Rosario reciba esa ofrenda emocionada.
Amor a Rosario y Dolores, las rosarieras que se nos fueron, conjugado con el amor a Rosario, la Virgen, que en Mairena siempre se queda con nosotros.
Es seguro que este año, al mirarla en la novena, Manuel percibirá un brillo especial en los bellísimos ojos negros de la Virgen del Rosario. Y en sus benditas pupílas, vislumbrará el rostro feliz de la otra Rosario, la rosariera de Mairena, gozosa por el doble gesto de amor de su hijo.
Valiosísimo patrimonio espiritual el de Mairena, porque así lo ha querido, por los siglos de los siglos, la sabiduría popular de tantas buenas gentes.
Han pasado ya algo más de tres años desde aquel inolvidable día 19 de Mayo de 2.002, en que el Excmo. Sr. Alcalde impuso la Medalla de Oro de esta Villa a la Bendita Imagen de la Virgen del Rosario, sólo unas horas despues de que diesemos cristiana sepultura a Don Amadeo y a aquél otro buen rosariero que fue Antonio Recio.
Fecha esa ciertamente histórica para este pueblo, que estuvo cargada de mensajes sumamente trascendentes. Yo no creo en las casualidades.
Cara y cruz de la vida mostradas aquel mismo día. Misterios de fe. Dolor y gloria en Mairena, unidos en la Madre del Rosario.
Inolvidable aquella salida de la Virgen, entre los estremecedores compases de Amarguras y el gozoso repique de las campanas. Dolor humano y gloria eterna en Mairena.
Amargura para la Virgen del Rosario en la misma rampa por la que, sólo horas antes, había descendido por última vez y entre aplausos, el cuerpo yerto de su buen hijo Don Amadeo, aquel querido Parroco de siempre, que tanto La había amado.
Entre los sones de Amarguras, aquella tarde muchos creyeron oir la voz ronca y quebrada de Don Amadeo que, - - como tantas otras veces- - , gritaba, desde su balcón de siempre, su sentido Viva la Virgen del Rosario.
Pues no fue una ilusión auditiva. Es verdaderamente cierto que, desde entonces, cada vez que la Virgen sale, se vuelve a oir en la Plaza de la Iglesia la voz de aquel buen sacerdote que, - - con su enorme corazón y su torpe aliño indumentario - - , predicó durante décadas el Evangelio como mejor puede hacerse: con sus muchas obras de amor y caridad cristiana; con sus constantes desvelos por los más necesitados, los más pobres y los marginados.
Os aseguro que es su autentica voz. Es el propio Don Amadeo quien, cada vez que su Virgen baja por la rampa a las calles de Mairena, rompiendo todas las normas que en el Cielo puedan existir, - ya sabeis como era- , se asoma a la Plaza, desde el balcón eterno de la Gloria, y como siempre vuelve a gritar, emocionado: Viva la Madre de Dios, Viva la Reina de Mairena y Viva la Virgen del Rosario.
Pero aquel 19 de Mayo los compases de Amarguras se difuminaron por los siglos pretéritos, en memoria de todos los rosarieros y rosarieras que en este pueblo han forjado esa tan profunda devoción al Rosario.
Aquel día la Bendita Virgen del Rosario iba a recibir el máximo reconocimiento institucional de Mairena, hecho Medalla de Oro de la Villa.
Ahora le vuelvo a felicitar por tan acertada y justa decisión, Sr. Alcalde.
Son sabios aquellos pueblos que en este mundo, tan cargado de insolidaridad y materialismo, saben reconocer y cuidar sus más valiosos valores colectivos.
La Hermandad de Nuestra Señora del Rosario es pieza clave en la larga historia de Mairena, como también lo será en el esperanzador futuro de lo que es ya una gran Ciudad.
No se entendería Mairena sin la extensísima nómina de rosarieras y rosarieros que lo fueron y lo son.
Interminable listado histórico de buenas gentes que siempre proclamaron su fe cristiana, ciertamente repleta de valores sociales hoy auténticamente incuestionables: Justicia social, respeto a la dignidad de la persona, solidaridad, Derechos Humanos, Libertad, Amor fraterno, .
Hace unos días he visionado la grabación de aquél solemne, gozoso e histórico momento, cuando el Alcalde subió al paso de la Santísima Virgen, para colocarle en su pecherin la Medalla de Mairena, entre enfervorecidos aplausos y los sones del Himno de Andalucía.
Cuantas sensaciones, recuerdos y emociones en aquel sublime momento de justicia histórica. Lágrimas en Mairena y aplausos rosarieros en el Cielo.
Usted, Sr. Alcalde, que en aquellos instantes tan cerca estuvo de Ella, comprobó cómo las palmas llenas de emoción que llegaban desde la Plaza se fundian con las que descendian desde las alturas.
Usted sabe que entonces se dibujo una leve sonrisa en su bellísimo rostro, de Madre guapa de Mairena.
Y es que en aquél instante se desbordó la alegría y el gozo de los rosarieros todos, en el Cielo y en Mairena.
Qué enorme honor el suyo en ese histórico momento. Se comprende su emoción, tan cerca de Ella. Y luego aquél inmenso abrazo con todos los rosarieron, representados en José Joaquín, el Hermano Mayor.
Que la Virgen del Rosario, - - que en ese inolvidable instante le miró y le habló tan de cerca y sin palabras- - , le ayude a continuar rigiendo con acierto los destinos de este bendito pueblo. Mairena siempre se merece lo mejor.
Cuanto honor para esta tierra,
que la Virgen del Rosario
ya lleva en su corazón
la Medalla de Mairena.
Cuanto honor para los rosarieros,
que aquí murieron queriéndola.
Cuanto honor para los hermanos,
que vivieron aquella fecha.
Cuanto honor para esta tierra
Que la Virgen del Rosario,
Junto a su Niño ya lleva
la Medalla de Mairena.
La devoción mariana de esta tierra necesitaba ya una Hermandad rociera, que aune el amor de los maireneros a la Virgen del Rocio y pregone a todo el mundo, - - en esa universal e inigualable Romería de Pentecostes- - , con letras bordadas sobre el bendito terciopelo del Simpecado: ¡Que Mairena del Aljarafe también es rociera!.
Enhorabuena a todos en este histórico año en el que, por vez primera, Mairena se ha presentado ante la Virgen como Hermandad filial.
Este Octubre los sones de Rocio sonarán aún con mayor alegría, cuando Nuestra Señora del Rosario se vaya acercando a esa esquina. Y la salve por todos cantada será expresión de gratitud a María, por haber hecho realidad lo tantas veces pedido.
Ella es auténtico Rocio para los rosarieros y también se hace Rosario en la ermita, cuando rezan los maireneros. Larga vida a la nueva y joven Hermandad.
Rocieros de Mairena
Nunca jamás olvidadla.
Que es Rosario y es Rocio,
Nuestra Madre tan amada.
Que es Rosario en las arenas,
el Lunes de madrugada.
Que es Rocio en nuestras calles,
en el Rosario del alba.
Rocieros de Mairena
Llevadla siempre en el alma.
Que es Rosario; Que es Rocio.
Que Ella se hace Rocio,
al despuntar la mañana.
Que es Rocio; Que es Rosario.
Que Ella se hace Rosario,
En el anochecer de plegarias.
¡ Alégrate, Mairena, que las visperas ya llegaron.!
Afortunadamente, siempre retorna Octubre, cargado de vivencias, emociones y sentimientos rosarieros.
Milagro de las profundas devociones marianas: la gloria ya vivida se transforma es constante esperanza de que volveremos a experimentarla.
Pronto viviremos la amorosa cadencia de ese mismo Rosario de la Aurora de siempre, por las mismas calles, con igual ferviente devoción.
Mujeres de Mairena: en vosotras está el verdadero orgullo de esta tierra; porque vosotras lo sois.
Rosarieras: Sabed que siempre habeis sido lo mejor de la Hermandad. No, no turbaros. Ustedes haceis posible no sólo la vida, sino también el milagro de la transmisión de la Fe, las creencias y los amores eternos.
Luego, será nuevamente tiempo de novena. Rezos y espiritualidad. Novena de rosarios y eucaristías.
Tiempo de adviento rosariero en Mairena, que nos llevará hasta la mísmisima madrugada gozosa de la vispera, con la Señora ya en su paso, esperando que por fin llegue el momento tantas veces soñado.
Se producirá ese secreto dialogo entre Virgenes:
Silencio en noche de visperas,
la Iglesia ya está cerrada.
Nadie las oye en la noche,
cuando las Virgenes hablan.
Rosario ya está en su paso,
Mercedes desde el altar la llama:
Recoge mañana los ruegos,
que por las calles te hagan.
Volveré con un rosario,
de súplicas marianas.
Para que seas tu, Vecina,
Quien las Mercedes repartas.
Pediremos a nuestro Hijo
Que atienda tantas plegarias,
como cuelguen de tus rosarios,
cuando regreses mañana.
Volveré en unas horas,
No te sientas sola, Hermana,
que en esta tierra nos quieren,
Rosariera y Mercedaria.
Y después de la Función Principal y la ofrenda floral, finalmente se hará realidad el momento más esperado:
Todo es clamor en la Plaza,
Todo es fervor en la Iglesia,
Que ya sale la Señora,
A pasear por Mairena.
Qué guapa que está Rosario,
entre lirios y azucenas.
Suspiros de rosarieros,
Lágrimas y oraciones a Ella,
Que Rufo ya está mandando
los dos costeros a tierra.
Qué guapa que está Rosario,
En la puerta de su Iglesia.
Que repiquen las campanas
y los pétalos desciendan.
Que suene la Marcha Real.
Está saliendo la Reina.
Qué guapa que está Rosario,
con su ráfaga de estrellas.
Poco a poco, costaleros,
bajadla como a una patena.
Que es el Santo Relicario
del Niño que Ella lleva.
Qué guapa que está Rosario,
Bajando ya de su Iglesia.
Alegraros, rosarieros,
que volvemos a tenerla,
En las calles de su pueblo,
llenas de gente buena.
Qué guapa que está Rosario,
Qué guapa que está la Reina,
Ya en las calles de Mairena.
Entonces, en la placidez otoñal de la gran noche de otoño, comenzará su glorioso procesionar como Rosario, Reina y Madre de Mairena, a los sones de esa su nueva y esplendida marcha.
Claro, claro que la música nos hace rezar Ave Marías, en la noche más gozosa de Mairena.
Y Manuel Colchero, mayordomo de la Hermandad, se debatirá entre las mas contradictorias sensaciones.
Tras 23 octubres siendo su costalero, este año una lesión le impide ir bajo el paso. Pero bastará la primera mirada de la Señora, para disipar esa su pena. Entonces, para él también todo será ya un gozoso procesionar.
Poco a poco, la Madre irá avanzando entre incienso y oraciones. Le espera Guadalquivir y la Prusiana, recuerdos de mi Tía Dolores. Y el fraternal saludo azul mercedario, que querrá fundirse con el rojo amoroso de su manto, cuando Ella continúe subiendo por El Zurraque. Y la salve cantada con sabor a Rocio, antes de entrar en Salsipuedes.
La espera toda Mairena.
Pero Ella no tiene prisa. Lenta, suave y dulcemente mecida por sus buenos costaleros, camina con su exquisita elegancia de Reina.
Qué señorío el tuyo,
Madre del Rosario,
Cuando andas por Mairena
y a todos nos vas hablando.
La gloria está en los dialogos enamorados, sin palabras, que, uno tras otro, se van sucediendo esa noche, al paso majestuoso y cercano de la Virgen. Ancianos, niños, enfermos, hombres, mujeres, jovenes Todos, todos la miran. Y Ella, con sus bellísimos ojos negros, a todos les habla.
Mirad, mirad esa noche los ojos. Atended a cómo hablan las miradas. Y también vosotros lo escuchareis:
Dolores le dice a Rosario,
No me olvides Madre mía,
Que ya no puedo moverme,
Estoy enferma y vencida.
La Virgen la mira a ella
Y en silencio le replica:
No te preocupes Dolores,
Te quiero desde que eras niña.
Y con esas levísimas y señoriales reviras de su paso, la Señora continuará saludando y mirando, uno a uno, una a una, a cada hijo anciano, enfermo o impedido.
Lorenza, Antoñito el de Casilla, Angeles, Paco el Piñonero, Rocio, Pilar, Isabela, Mercedes, Josefita.
Todos hablarán con Ella. Y, entre lagrimas, en cada casa irá quedando una flor del paso de Rosario, la Señora.
Niño acercame una flor
De la Madre del Rosario.
Toma Isabelita, mi alma,
Que la Virgen te está mirando.
Ya lo sé, niño, ya lo sé.
No ves que estamos hablando.
Luego, muy poquito a poco,
la Virgen se va alejando.
Isabel seca sus lágrimas,
¡Nadie sabe de qué hablaron!.
En la Calle Nueva, entre naranjos, llegarán las flores institucionales del Ayuntamiento y la estremecedora lluvia de pétalos rosarieros.
Va caminando la Virgen
Y todo va floreciendo.
Promesa de primavera,
En el otoño rosariero.
Van meciendo a la Señora,
Por la Calle Nueva del pueblo.
Y sus cinco mariquillas,
Son envidia de los luceros.
Va la Virgen, poco a poco,
Llegando ya al Pozo Nuevo.
Y las preces estremecen
A aquellos que murieron.
Va muy despacito la Virgen,
Camino ya de su templo.
Esas cuatro horas de gloria rosariera, son un gozoso e intenso ejercicio de espiritualidad. Ella habla mirandonos. Oidla siempre. Da Amor. Pide compromiso cristiano.
Que guapa que está la Virgen
Cuando llega a La Calleja.
Será de tantos suspiros,
De tantas promesas nuevas.
Quizás por tantos piropos,
Letanias maireneras.
Que guapa que vá la Virgen
Por esa calleja estrecha.
Será porque las vió a todas,
Cada una en su puerta,
Y ellas le sonrieron,
ancianas e incluso enfermas.
Que guapa que está la Virgen
Cuando en la Plaza la esperan.
Será porque habló con todos
Y de ruegos vuelve llena.
Sus rosarios cargaditos,
De plegarias rosarieras.
Que guapa que va Rosario,
Cuando ya vuelve a su Iglesia.
En la Plaza, momento para reiterar nuestra rosariera profesión de fe, esa que a tanto nos obliga. El Rosario, lo sabemos, es el mejor compendio de los Sagrados Misterios.
Y la Madre, subiendo ya muy despacito la rampa, sin dejar nunca de mirarnos, provocará lágrimas y removerá las más profundas emociones.
Un año más, se irá la gloria. Nos quedará el intenso gozo de tenerla siempre con nosotros: en el Cielo y en Mairena; en aquella amarillenta estampa y en los corazones de todos los buenos rosarieros.
Cuando Ella aún siga mirandonos, acercandose ya al blanco dintel de la puerta de la Iglesia, y su capataz vuelva a mandar los dos costeros a tierra, entonces, entonces brotará del corazón de este pregonero esa pregunta de amor, que a la Virgen del Rosario yo siempre le hiciera:
¿Porqué te quiero tanto,
si yo no nací en Mairena?
Acaso por conocerte,
Desde que un niño yo era.
Quizás porque mi padre
Me enseñó lo guapa que eras.
¿Porqué te quiero tanto,
si yo no nací en esta tierra?
Serán tus ojos inmensos,
penetrando las conciencias,
Pidiendonos que seamos
Buena gente rosariera.
¿Porqué te quiero tanto,
si yo no nací en Mairena?
Acaso será tu mirada,
Que hasta el corazón llega.
Quizás sean tus Misterios,
proclamando vida eterna.
¿Porqué os quiero yo tanto?
Tierra buena de Mairena,
Niño Dios que va en sus brazos,
Santa Madre del Rosario.
HE DICHO.- -