Poco antes de las ocho de la tarde, cuando todavía el calor pegaba con fuerza y después de la sesión fotográfica para el álbum familiar, empezó la ceremonia religiosa bajo los pinos que rodean la pequeña ermita del Palacio. El bautismo fue concelebrado por el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y el arzobispo castrense de España, Francisco Pérez González, asistidos por el prelado de honor de Su Santidad, monseñor Serafín Sedano.
La Infanta Doña Cristina, con la pequeña Irene en brazos y acompañada por su marido, Iñaki Urdangarín, se situó en el lado del Evangelio. Junto a ellos, los Reyes y el resto de la Familia Real, que trataba de refrescarse con abanicos. En el lado de la Epístola, los padrinos con sus cónyuges, Rosario Nadal, esposa de Kiril de Bulgaria y Princesa de Preslav, y Pedro López- Quesada, marido de Cristina de Borbón- Dos Sicilias, así como los abuelos paternos de la niña, Juan María Urdangarín y Claire Liebaert.
Irene, que nació el pasado 5 de junio,lucía el mismo traje de cristianar que se utilizó en el bautizo del Rey en Roma y en los de las Infantas Doña Elena y Doña Cristina, el Príncipe de Asturias y los otros cinco nietos de los Reyes. La pequeña, que a pesar del calor dormía plácidamente en brazos de su madre, apenas se inmutó cuando el cardenal Rouco Varela derramó sobre su cabeza el agua bautismal, traída del Jordán como es tradición en la Familia Real. Irene, tan rubia como sus hermanos, sólo emitió un leve sonido cuando el cardenal hizo sobre su frente la señal de la cruz, momento en el que su madre le puso un chupete. Quienes sí formaron algo de revuelo fueron la treintena de niños, entre ellos los otros cinco nietos de los Reyes, que asistieron al bautizo.
La Reina, con su cámara
La Reina, entusiasmada, tomaba fotografías a su sexta nieta y al resto de los invitados, y la Princesa de Asturias seguía atentamente la ceremonia, pensando quizá en que el próximo bautizo de la Familia será el del hijo que espera para noviembre.
La lectura litúrgica - del profeta Ezequiel, como en los anteriores bautizos- fue realizada por el padrino de la niña, y el coro de las religiosas Hijas de Santa María del Corazón de Jesús de Galapagar se ocupó de los cantos de la ceremonia. Al concluir, la Infanta Doña Cristina hizo el tradicional acto simbólico de presentación de la niña a la Virgen de la Ermita.
A la ceremonia religiosa y la posterior celebración asistió la Familia Real al completo, así como los numerosos hermanos de Iñaki Urdangarín: Laura, Clara, Ana, Cristina, Lucía y Mikel, con sus respectivos cónyuges.
También asistieron la hermana de la Reina, la Princesa Irene de Grecia, cuyo nombre lleva la bautizada; y las hermanas del Rey, Doña Pilar y Doña Margarita, acompañada por Carlos Zurita, así como los sobrinos de Don Juan Carlos: Simoneta, Juan, Bruno, Beltrán y Fernando Gómez- Acebo, y Alfonso y María Zurita. Además, acudieron el Príncipe Kubrat de Bulgaria y su esposa, Carla Royo- Villanova.
El bautizo contó con la presencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y de su esposa, Sonsoles Espinosa, así como del equipo médico que asistió a Doña Cristina, encabezado por el doctor Manuel García Valdecasas, y de los altos cargos de la Casa del Rey, entre ellos, el jefe, Alberto Aza, y el secretario general, Ricardo Díez- Hochleitner