Manuel Jesús "El Cid" fue el torero triunfador absoluto de la Feria de Sevilla 2005, y ahora se ha proclamado triunfador de la Feria de San Isidro de Madrid junto a Cesar Rincón al ser los dos unicos toreros que abrieron la Puerta Grande. En Sevilla abrio dos veces en una misma semana la Puerta del Príncipe de La Maestranza de Sevilla tras cortar tres orejas cada tarde lo que suman un total de seis orejas en la Feria, y en Madrid corto dos orejas y rabo..
El Cid ha igualado a Jose Tomas el unico torero que hasta ahora habia abierto dos veces la Puerta del Principe en la misma Feria.
"Todavía no puedo decir que soy una figura del toreo, he dado un paso importante, pero todavía tienen que venir más puertas del Príncipe y más puertas Grandes de Madrid, tengo que conseguir lo que las figuras han conseguido, que aquí nadie regala nada..." Feliz pero con mucha sensatez, así habla Manuel Jesús El Cid después de haber salido en hombros por la Puerta Grande de Madrid.Contento y bromeando: "...me han llevado hasta la furgoneta, porque Abelardo (el costalero) no está para muchos trotes ya..."
El Cid se reunió con su familia en la habitación del hotel tras su triunfo y reflexionó He dado el do de pecho y eso lo ha sabido valorar la afición...estoy muy contento porque han sido muchos años de lucha, de pelear..."
El torero sevillano estaba en el Hotel rodeado por toda su familia incluida su mujer y su primer hijo que nació el sábado 5 de marzo en Sevilla.El pequeño es el primer hijo del matrimonio de Manuel Y María Dolores Fernández Mateos que se casaron en Sevilla el 25 de octubre del 2003.
¿Cómo habeis recibido a Manuel en casa?
- Muy bien,además es un niño muy bueno, sólo llora para comer, pesó tres kilos quinientos setenta y midió 52 centímetros
¿Habrá más hijos?
- Nos gustaría aumentar la familia claro,pero más adelante,de momento es muy pronto para pensar en otro
Dicen que un hijo siempre llega con un pan debajo del brazo
Sí, y este ha llegado con una panadería.
El Cid triunfador de San Isidro El de Salteras comparte el premio exaequo con el maestro César Rincón, como triunfadores ambos del ciclo ferial de Las Ventas, que concluyó el viernes con la salida a hombros del diestro sevillano.Los galardones otorgados por la empresa gestora de Madrid reconocen también a Pablo Hermoso como el mejor rejoneador y a Serafín Marín como el mejor estoqueador.
"Por fin la tierra prometida, Cid", "El Cid campea por la Puerta Grande" o "El Cid se cobra por fin tantas puertas grandes perdidas", son algunos de los titulares de la prensa de hoy, que se hace eco de la salida en hombros de Manuel Jesús "El Cid" de la plaza de toros de Las Ventas ayer en la última de San Isidro.
Zabala de la Serna en ABC destaca el objetivo por fin conseguido por El Cid de la Puerta Grande de Madrid "¿Cuántas veces te esperaba con los brazos abiertos, paciente como la amada rendida, y tú, sin querer, la despechabas con una espada que no respondía a tu apellido, Cid? ¡Qué bocanada de gloria no te entraría por el cuerpo en la procesión hacia la calle de Alcalá!". Por otro lado, y aunque reconoce que no fueron las mejores faenas del Cid en esa plaza, hace hincapié en la pureza del diestro de Salteras, al que califica "con permiso de Rincón, eres el torero más puro de los activos".
Por su parte, Juan Posada en La Razón destaca el enorme sentido del toreo del sevillano, y su capacidad para aprovechar las posibilidades de sus toros: "Es cierto que para ganar a las cartas hay que tenerlas buenas. No lo es menos que es necesario saber jugarlas", "Hubiera sido un gran general de Napoleón, que quería jefes que tuvieran suerte y supieran aprovecharla".
Asimismo Juan Miguel Núñez de la agencia EFE también "celebraba" la consecución de ese objetivo de la puerta grande que tantas veces se le ha negado a El Cid: "Todas las Puertas Grandes perdidas por ´El Cid´ en Las Ventas, un buen número de faenas antológicas anteriormente malogradas con la espada, se resolvieron hoy por fin". Aunque opina que el segundo trofeo de su primer astado pudo resultar excesivo, cree que "en el contexto de la tarde, de la misma feria que ha echado ´El Cid´ e incluso de la temporada que lleva, el premio llegó en el momento justo y muy merecido".
LA CRONICA
El Cid abrio la Puerta Grande de Las Ventas y El Betis en la Champions. Ya sólo falta conseguir denominación de origen a la carne a la brasa de Salteras. Con sus papas y mojo picón. El Cid, siempre El Cid en Madrid, esta vez muy por encima de la corrida de Victorino, perfecto en planteamientos, profundo en su toreo. Las dos orejas que paseó el sevillano eran de un toro que nunca barruntó tales embestidas, pero cuando se está como está este torero, los toros suelen romper. No les queda más remedio. En La Feria de sevilla abrio dos veces la puerta Garnde este mismo año
Pudieron ser cuatro, con mucha fuerza, cuatro orejas en Madrid para pasar a la historia, pero esta vez no hay tanto quebranto porque el umbral que cruzó este torero que no cambia, que sigue siendo la misma persona, le sabe a gloria, como la carne con papas de su Salteras. Todo a favor de El Cid a quien Madrid debía este triunfo y lo ha conseguido justo el día en el que Victorino no pegó fuego a nada, el día en el que la corrida más deseada pasó bien, pero sin nota, a pesar que, otra tarde más, contara con el favor del interés de la lidia a favor del tercio de varas.
El lote de la corrida de Victorino se lo llevó El Cid, uno por ciencia y capacidad del torero, el segundo, toro del que no se intuía tanta posibilidad de triunfo en los primeros tercios y otro, el quinto, ejemplar con mucha plaza, mansurroncete al marcar pronto querencia, con embestida profunda y abierta por el pitón derecho y listo por el izquierdo. El que rompió plaza tuvo más entrega por el pitón izquierdo en el capote, luego nunca pareció metido en la muleta. Sin picar, descompuesto y reponiendo el cuarto, ambos de Encabo. Listo el sexto, quedó por ver la buena condición del tercero, enlotados por Bolívar.
La tarde era de El Cid antes, durante y después. Sólo Victorino podía robarle algún protagonismo, pero no lo consiguió. Desde el quite a la verónica con el que se hizo presente el torero en el primero, suaves lances por el pitón izquierdo, hasta la salida en hombros, todo fue por y para él. Muy jaleados los lances al segundo, verónicas de torero conocedor del paño, un toro que se fue al peto al paso y al que no le dio mucho en el segundo encuentro, para cumplir un precavido tercio de banderillas en el que el victorino no pareció claro.
Inteligente El Cid en el inicio de faena, haciendo que el toro fuera siempre hacia delante, pronto se puso en el centro del ruedo con la zurda, firme, tranquilo. Rompió el toro porque el torero lo dejó venir, sin galope. Siempre vio muleta el toro, siempre enganchó las embestidas el torero para empujarlas, para vaciaras por abajo y dejarla puesta, aunque tuviera que perder algún paso. Rompió el toro a pesar de que nunca humilló del todo ni durante todo el muletazo. Le sorprendió en el inicio de la tercera tanda al tardear y meter la cara entre las manos y lo desarmó y la reacción fue cambiar de pitón para reunir tres derechazos de órdago antes de cobrar una buena estocada, prólogo del delirio.
El quinto manseó en bueno al marcar querencia a la salida del primer puyazo. Toro que parecía perder celo y tender hacia las tablas, a las que nunca se fue del todo y con un gran pitón derecho por el que el torero cuajó dos tandas excelentes de expresión, despaciosidad, enormes. Humillado y profundo el toro por ese pitón y complicado por el izquierdo, la tarde subió aún más en la tercera tanda. Abría el toro sus embestidas (uno de victorino embistiendo por afuera) y al final el torero tuvo que buscarle entre pase y pase. Llevó al toro a querencia y en la suerte natural lo pinchó, quizá el único error del diestro. Volvió a pinchar y perdió dos orejas ciertas tras el lío que había formado.
Encabo no tiene madera de convidado y ya replicó al héroe local en su toro. Reaparecido hoy, se fajó guapamente con un animal que nunca fue metido en la muleta, reponiendo si se ligaba dos pases seguidos, pegajoso y haciendo hilo, por mucho a la grada le pareciera bueno. El cuarto llegó a la muleta después de una atroz suerte de varas o tentadero sin sentido pues se pide que se luzca al toro desde lejos pero se protesta si lo pican. Y como la sangre no le llegó al toro ni a una pezuña y como tenía carbón reponedor, llegó a la muleta tirando cuerpo, manos y cuello por arriba, peligroso, con el torero haciendo un esfuerzo de hombre con vergüenza, en una faena de oreja si llega a matar bien.
El tentadero hizo el ridículo en el sexto, ordenando los miles de ganaderos del tendido que pusieran de largo a un toro que no quiso peto, que se repuchó y que no se empleó. Tres veces, ni una ni dos. Tres. Esa misma gente se sabiduría que había abroncado a Luis Bolívar cuando se fue a la puerta de chiqueros a recibirlo, en un gesto que le honra, como le honró toda la actitud que mantuvo con este toro, reponedor y listo, muy hábil cuando se le despedía por arriba y que no le hirió grave en el suelo de milagro, después de rodar haciendo la croqueta.
El tercer toro fue mejor, quizá uno de los toros de la corrida y Bolívar no lo toreó tan mal como decían las protestas, amontonado, con el cite trasero, pero corriendo bien la mano. Sin enganchar las embestidas, el colombiano nunca pudo romper hacia delante al toro de su apoderado y ahí perdió la batalla.