Los Príncipes de Asturias don Felipe y doña Letizia celebrarán hoy domingo 22 de mayo su primer aniversario de boda, quince días después de anunciarse oficialmente que esperan el nacimiento de su primer hijo para el próximo mes de noviembre.
Será una celebración íntima y familiar, cuando el Príncipe regrese a Madrid desde Washington, donde ayer, por la tarde, asistió a la ceremonia de graduación de los alumnos del Máster de Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown, el mismo del que don Felipe fue alumno hace diez años.
Estaba previsto inicialmente que doña Letizia acompañara a su esposo en este viaje, pero no ha sido posible debido a las molestias que sufre a consecuencia de su embarazo.
Los Príncipes de Asturias contrajeron matrimonio el 22 de mayo de hace un año, en la madrileña catedral de La Almudena, en una ceremonia de profundo calado histórico y ante más de mil setecientos invitados.
Representantes de cerca de cuarenta Casas Reales, dieciocho jefes de Estado, los titulares de las más altas instituciones del Estado, el Gobierno en pleno, todos los presidentes autonómicos y representantes de amplios sectores sociales - la política, la economía, la cultura, el deporte, el periodismo,...- , además de la Familia Real, fueron testigos del histórico enlace Real, en una mañana en la que sobre Madrid llovió torrencialmente.
Así llovía a las once de la mañana, cuando doña Letizia, acompañada por su padre y padrino, Jesús Ortiz, cruzaba la Plaza de La Armería, desde el Palacio Real hasta La Almudena, en un Rolls Royce, ante la imposibilidad de hacerlo a pie.
Y así llovió a lo largo de toda la ceremonia religiosa, oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, quien en su homilía tuvo un recuerdo emocionado para las 192 víctimas de los atentados terroristas del 11 de marzo de ese mismo año.
Doña Letizia llevaba un traje de Pertegaz de color blanco roto, cuello en pico y cola bordada de 4,5 metros, y sobre la cabeza un velo de encaje que sujetaba con una diadema antigua de la Familia Real. El Príncipe vestía uniforme de gala del Ejército de Tierra.
Fue una ceremonia solemne, en la que la abuela paterna de doña Letizia, Menchu del Valle, que fue locutora de radio, leyó una de las lecturas, y en la que los pajes, sobrinos de los contrayentes, vestidos con trajes de inspiración goyesca, protagonizaron algunas de las anécdotas más divertidas del día.
El Príncipe pidió con un leve gesto la venia del Rey antes de que comenzara el rito del matrimonio. Los novios pronunciaron con voz firme y clara el consentimiento mutuo, e intercambiaron sus alianzas y las arras, en este caso monedas de oro que recordaban los reinados de España, desde los Reyes Católicos hasta Alfonso XIII. La emoción y la satisfacción en los rostros del Rey y de la Reina eran evidentes.
La lluvia seguía cayendo cuando los recién casados abandonaron la catedral camino de la basílica de Nuestra Señora de Atocha, donde, como es costumbre en las recién casadas de la Familia Real, doña Letizia depositó su ramo de novia ante la Virgen.
En el camino desde la Plaza de Oriente hasta Atocha, y a pesar de la lluvia, miles de ciudadanos aclamaron el paso de los Príncipes por unas calles engalanadas para la ocasión, aunque la lluvia deslució la decoración.
Los novios pasaron junto a la estación de Atocha, uno de los escenarios de la tragedia del 11 de marzo, frente a la que fueron plantados olivos y cipreses en memoria de las víctimas, árboles que este año, en el primer aniversario de la masacre, fueron llevados al parque del Retiro, a un lugar que se conoce desde entonces como el "bosque de los ausentes".
El sol logró salir por fin cuando los recién casados regresaron al Palacio Real, donde se celebró el banquete y a cuyas puertas les esperaba la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo, patria chica de la Princesa, que en su honor interpretó el himno de Asturias y una obra especialmente compuesta para la ocasión.
El banquete, tras una multitudinaria y simpática sesión de fotos de los novios con sus respectivas familias, y después de que salieran al balcón de la fachada principal del Palacio Real, para saludar a las miles de personas congregadas en la Plaza de Oriente desde primeras horas de la mañana y a pesar de la lluvia, se celebró en el patio del Príncipe, cubierto para tan solemne ocasión y bellamente engalanado.
Fue allí, al finalizar el banquete, donde el Príncipe confesó públicamente que era "un hombre feliz, porque me he casado con la mujer que amo". Y allí donde el Rey les dijo que pensasen "siempre en España" y dedicasen con amor sus esfuerzos "a los españoles".
A ello se han entregado en estos primeros doce meses de casados, un año en el que doña Letizia ha aprendido, ayudada por su esposo, a ser Princesa y en el que han asistido a más de doscientos actos oficiales dentro y fuera de España.
Un año que concluye con la noticia feliz de que en noviembre próximo serán padres por vez primera, una noticia que toda España ha celebrado y que algunos esperaban con impaciencia desde poco después de la boda.