El Papa Benedicto XVI anunció hoy que elproceso para la eventual beatificación de su antecesor, Juan Pablo II, comenzará en un plazo breve, por lo que no será necesario que transcurran cinco años de la muerte como establece la legislación canónica.
Benedicto XVI aprovechó un encuentro con el clero de Roma en la Basílica de San Juan de Letrán para leer un texto escrito por el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, cardenal Jose Saraiva Martins, referido a la anticipación del proceso de beatificación de Juan Pablo II.
La comunicación fue recibida por un largo aplauso por los religiosos presentes, de los que el papa Ratzinger es el principal responsable ya que, aparte de jefe de la Iglesia, es el Obispo de Roma y titular de la diócesis.
Al margen de la lectura de ese documento, Benedicto XVI aludió a Karol Wojtyla durante su discurso a los religiosos romanos, puesto que afirmó que su antecesor ha dejado "una herencia valiosa. Por esa vía caminaremos juntos con serenidad y confianza".
Recordó el tramo final del anterior Pontífice y su fallecimiento como "una extraordinaria experiencia de fe que vivimos juntos y que nos mostró una Iglesia profundamente unida, llena de vida y rica en fervor".
La muerte de Juan Pablo II, el pasado 2 de abril, desató una extraordinaria emoción en todo el mundo católico y desde numerosos sectores se solicitó la inmediata apertura del proceso de beatificación.
"Subito santo" ("Santo ya") fue el grito y el contenido de numerosas pancartas durante la misa de funeral de Karol Wojtyla, el pasado 8 de abril en la Plaza de San Pedro.
El Código de Derecho Canónico establece que una causa de beatificación sólo puede ser abierta cinco años después de la muerte de la persona a la que se quiere elevar a la gloria de los altares.
No obstante, la norma atribuye al Papa la potestad de acelerar el proceso para que empiece antes de ese plazo, lo que el propio Juan Pablo II hizo con la Madre Teresa de Calcuta, fallecida en 1997, ya que con una dispensa especial el proceso comenzó al año siguiente y culminó con la beatificación de la religiosa en 2003.
A diferencia de lo que ocurría hace varios siglos, cuando la simple aclamación popular servía para ser elevado a la gloria de los altares, ahora existe un método más estricto.
Así, inicialmente debe haber una declaración de que se trata de un "venerable siervo de Dios", que es el reconocimiento que se da a una persona muerta de que a lo largo de su vida ha tenido una existencia virtuosa.
Con posterioridad se abre oficialmente la causa de beatificación, que requiere que se haya demostrado la intercesión del candidato en la realización de un milagro, pero sólo después de muerto.
Una vez beatificado se puede iniciar la causa de canonización, que lleva a la condición de santo, para lo cual es necesario confirmar la existencia de un segundo milagro, que ha de ocurrir después de ser proclamado beato.
A lo largo de su Pontificado, de casi veintiséis años y medio, Juan Pablo II elevó a los altares a 482 santos y a 1.330 beatos, casi la mitad de todos los de la Iglesia Católica en toda su historia.
De los 264 Papas que ha habido desde el origen del Cristianismo, 78 de ellos han sido proclamados santos y otros diez han sido beatificados.