La Cuaresma, como se denomina a este período comprendido entre el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo, es uno de los tiempos litúrgicos más importantes en la vida cristiana. La liturgia, que pretende en este momento conmemorar el retiro de Cristo en el desierto y su camino hacia la Cruz. La imagen, la cara, el rostro, el semblante y la mirada de una Virgen es siempre, cuando menos, impactante y cautivadora. En las imagenes mariana aún más y si es con el toque de campanas de fondo, cual banda sonora de nuestro tiempo, que anuncian la llegada y bienvenida de la Cuaresma, el alma vuela plena. Arranca el periplo cuaresmal, de preparación interior, reflexión y en especial de trabajo, de muchísimo trabajo en las hermandades y cofradías de la ribereña localidad sevillana de Alcalá del Río con vistas a la ya próxima Semana Santa. . El reloj cuenta hacia atrás, cosas de este tiempo, cosas de esta pasión. Aunque si hay un distintivo, un detalle, una ráfaga y una señal inequívoca de esta madrugadora inauguración de la primavera, sin permiso del calendario, es entrar en una Iglesia o Capilla y encontrarse a su Virgen vestida de hebrea. Si hay un momento en el que las dolorosas ilipenses lucen especialmente esa belleza innata y que sólo se aprecia cuando se las mira de esa forma es precisamente con su atuendo de hebrea.
Esta indumentaria comienza a variar a mediados del siglo XIX, cuando empieza a definirse en el atuendo de las dolorosas (imágenes de la Virgen que muestran su aflicción con lágrimas que recorren su rostro), las tres piezas fundamentales que en adelante las caracterizará: el manto, la saya y el tocado. La saya corresponde a una especie de falda que se ciñe a la cintura con la cinturilla, en alusión a la virginidad de María. El manto procede de la misericordia del medievo y simboliza el amparo que los hijos buscan en la madre y, por último, el tocado, que es la versión del schebisim judío que enmarca el rostro de las mujeres en Nazaret.
Como ya viene siendo tradicional en esta época la Hermandad de la Soledad de Alcalá del Río, viste a su titular mariana la Virgen de los Dolores en su Soledad, con atuendo de hebrea. En esta ocasión luce un conjunto de saya y manto de terciopelo negro con vuelta de color morado, con un bonito cingulo de corbata de terciopelo morado y adorno en dorado, regalo de su hermano Francisco Correa. En el pecho una fina tela de seda color marfil rodeada de la diadema de plata sobre dorada con estrellas que estrenó la Virgen en los Dolores Gloriosos de 1973. En sus manos un fino pañuelo de encaje de Bruselas, que la virgen estrenó en el traslado de vuelta a su capilla tras la restauración; la corona de espinas naturales que se usa en el acto del Descendimiento del Señor de la Misericordia cada madrugada del sabado Santo, ambos regalo de su prioste actual, Fernando Vega Gonzalez, y un bonito rosario de plata y nácar, regalo del Hermano de dicha corporación Salvador Muñoz de la Cueva.
La Cuaresma ha comenzado, llegan los cuarenta días más intenso de la localidad ilipense, sirviendo con la preparación hacia una nueva Semana Santa.
Fotos Antonio Rendón Domínguez