
Si la moda es el reflejo de la sociedad del momento, para la primavera-verano de este 2012, que ha nacido encogido como el pecado mortal (frase del más rancio abolengo) se esperan alegrías, al menos en la intimidad. Eso es lo que propugna La Perla, firma de ropa interior de muchas campanillas, que se ha inspirado en los sesenta, década prodigiosa, incluso para los bolsillos. Habrá que esperar a esas fechas para ver si hemos caído en la cernudiana trampa de la realidad y el deseo.
Deseo es el que provoca, en todas las acepciones de la palabra, una colección vestida con telas ligeras, encajes y gasas en tonos pasteles como el amarillo y el celeste. Dice la nota de prensa, que las líneas limpias recuerdan el estilo sofisticado de Jackie O., con una mezca de bon ton y frescura.
La Perla que, desde su nacimiento, viste intimidades de lujo, tronío y alto poder adquisitivo, se ha decantado por el Flower Power, de infausto recuerdo en su reciente versión política. Así, algunas prendas llevan rosas bordadas en tul y diseños de macramé formando margaritas, la flor de la duda, (sí, no) de los sesenta y sucedáneos.
La combinación del encaje, protagonista siempre en las prendas perleras, con el tul y el plumetti aportan sofisticación a unas prendas que nacieron con la sensualidad por bandera. El vintage, que ya aburre, ustedes me perdonarán, también está presente en esta colección, que recuerda a las divas de la gran pantalla. Cuando en la gran pantalla había divas; ahora sólo hay actrices.
Se llama Vintage Bon Ton y consiste en un nuevo diseño plumetti, con un efecto de bordado con plumas, que se combina con encaje y gasa para lograr así un efecto todavía más deslumbrante. ¿Más deslumbrante? Si decir La Perla es decir luz, aunque se trate de asuntos interiores. Claro que hubo quien necesitó taquígrafos para hacer creíble su avagardniana hazaña.
Cuando escribo este artículo el gobierno saudí anuncia que hará respetar la ley que permite a las mujeres vender lencería en las grandes superficies del reino. La norma ha disparado el enfrentamiento con la jerarquía musulmana, contraria a la presencia de féminas en puestos de atención al público, según su rígida versión de la Sharía, ley islámica. Y mientras, nosotras, aireando los sesenta. Es que nos quejamos de vicio

