Mientras más subes las rampas de la Giralda, más cerca te hallas del centro de gravedad de Sevilla. Es una de las proporciones a la inversa de esta rara, extraña y única ciudad. Pero es también la metáfora del espíritu humano, que se encumbra a medida que eleva su situación moral. Rogelio Gómez me ha invitado a poner los pies en la planta inmediatamente superior a la de las jarras de azucenas. Alucinante, que dicen ahora. En tiempos pasados se podía hacer esto, el tope de la visita a la Giralda acababa ahí, igual que hoy termina en el cuerpo de campanas. Yo tengo fotos de mis padres posando en el lugar donde ahora me he encaramado yo. Y conozco una magnífica colección de diapositivas en color de don Miguel Royo, aquel catedrático de Civil de nuestra Facultad de Derecho, que contiene vistas de Sevilla desde donde ahora las he tomado yo con video.
Se fue a las once y cuarto de esta mañana, justo la hora en la que sabe que nació hace sesenta y cinco años. Rogelio Gómez, hijo del famoso Trifón, se ha jubilado de La Flor de Toranzo.
Ya no estará desde hoy tras la barra del popular establecimiento, cortando jamón casi sin levantar la vista, dejándose la vida a goterones sobre el papel de estraza de sus manjares, desde que era un zagal currando al lado de su padre hasta el día en que vi con mis propios ojos cómo un chico que empezó haciendo recados acabó con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo puesta en su solapa. El protocolo y las maneras sociales más decorosas evitaron la forma romántica y natural de que aquella noche se la hubieran colgado sobre el babi blanco de tabernero. El mismo que podía ser tratado desde entonces como excelentísimo señor. ¿Para qué? Haber logrado en Sevilla ser Rogelio cuesta más que eso y es más importante.
Rogelio Gómez Trifón, propietario de la Flor del Toranzo,en pleno centro de Sevilla junto a la Plaza Nueva, recibió la insignia de oro y brillantes del Racing en Santader.
En Sevilla le entregaron la placa de oro al mérito turístico del gobierno de Cantabria.
Por parte del Betis también recibió una placa que le entregó don Manuel Ruiz de Lopera donde se reconocía su gran afición al club verdiblanco.
Rogelio poso en el centro del campo junto a la plantilla del Racing de Santander.