A veces, cuando el hombre serio te mira, sientes que algo se transforma en tu interior. Es como si, de repente, un carámbano helado cayera fulminado por un rayo de sol. Como ese olor a tierra húmeda que acompaña a la tormenta, capaz de despertar recuerdos lejanos que nos provocan una nostalgia salvaje Así es su mirada. Su voz es suave y sus palabras educadas. No es fácil desanimarle. Tampoco hacerle reír. Vive en ese terreno abstracto de las personas pacientes y previsoras. En un universo inalterable en el que los cometas no cambian su rumbo, en el que todas las distancias han sido medidas. Todos los acontecimientos pronosticados