En vista del éxito obtenido el año pasado con el primer encuentro, va a celebrarse el segundo. El mundo de las sevillanas parece dirigirse a institucionalizar una reunión multitudinaria de sus más relevantes componentes. Una idea que a priori fue ocurrente para reencontrarse ocasionalmente, sin más pretensiones en principio que la de una cita única, pero resultando que la convocatoria acabó siendo inolvidable, lo mejor es perpetuarla.
Detrás de sus más naturales alicientes, está también -¿para qué engañarnos?- el hecho de que la anfitriona sea una mujer como Mariani Molina, una especie de clásico de la Cadena Dial de los mejores tiempos y de Radiolé en su etapa más pujante. La Molina dejó un buen reguero de simpatía que ahora, con estas felices iniciativas, se ve perfectamente que quien siembra recoge. A mí, como a tantos, no me pudo tratar mejor en sus entrevistas, en agasajarme y ampararme en ese monstruo en que se te convierte Madrid cuando lo que buscas allí es abrirte paso en el mundo de la música, una selva digna de llevar machete. Pero ella fue más allá de poner mis discos con ese entusiasmo que nota hasta el plato giratorio o el láser en los compact: porque me asesoró en vestuario y despidió a mis corbatas, con tal énfasis que obró la difícil mutación de convertir a un melódico suave en pasta de los aplausos de Los 40 Principales. ¡No es nadie la Molina!
Con ella, y en esto del segundo encuentro del mundo de las sevillanas, está el tirón de Fran Martínez Bizcocho, Rafael Castañeda, Isabel Fayos y Sandra de la Rosa.
Mientras escribo estas líneas, ya han confirmado su asistencia Ecos de las Marismas, El Mani, Amigos de Gines, Patricia Vela, Los Marismeños, Manuel Marvizón, Luis Baras, Paco Lola, Rafa González Serna, Lola Triana, José Carlos Seco, los hermanos Martínez Bizcocho, Miguel Zarza y María de la Colina. Y en conjunto, más asistentes aún que en junio del año pasado.
Si para propiciar el primer encuentro se eligió por los organizadores un restaurante, el Asador, en La Puebla del Río, en este segundo será en la antigua Venta Pazo, de Sanlúcar la Mayor, donde tendrá lugar la celebración de un almuerzo privado entre artífices del popular género: intérpretes, autores y compositores, productores, arreglistas
Se rendirá un homenaje a José Manuel Moya, de Los Romeros de la Puebla. Y se guarda una sorpresa, una gran sorpresa.
En este segundo encuentro hay que destacar la colaboración del Ayuntamiento de Sanlúcar la Mayor, que con su alcalde al frente, Antonio Manuel Pérez, se ha volcado en la iniciativa, llegando a sufragar las placas de los homenajeados y asegurando su presencia para reunirse con el mundo de las sevillanas.
Desde aquí aprovecho para lanzar a ese mundo (que me honra con invitarme a su mesa, no por méritos como ellos sino por considerar cuánto amo todo lo nuestro) lanzar digo el reto de conseguir que Sevilla levante el monumento a las sevillanas. ¿Cómo es posible que aún no lo tenga la ciudad que ha hecho vibrar a millones de personas de todas partes con un género tan definitorio de lo que somos, de cómo sentimos, de cómo amamos, de cómo bailamos, de cómo cantamos los sevillanos?
Seguramente el rasgo más universal del cante y el baile por sevillanas haya sido siempre, por más que alcancen a expresarlo todo, el de la alegría de Sevilla. Y un nuevo encuentro entre su gente de avanzadilla, sus artistas, sus compositores y letristas, sus músicos, repetirá una ocasión de felicidad que compartir.